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QUO VADIS

Vinicio se incorporó entonces y vió á Chilo ante sus ojos.

—Tu casa se habrá incendiado ciertamente, joh señor!

—dijo el griego;—porque el barrio de las Carenas se halla envuelto por las llamas; pero tú serás siempre tan poderoso como Midas. ¡Oh, qué desgracial Los cristianos, joh hijo de Serapis! han predicho desde hace largo tiempo que el fuego destruiria la ciudad. Pero Lino, acompañado de la hija de Jove, se halla en Ostrianum. ¡Oh, qué desventura para Romal El joven sintióse desfallecer nuevamente. Luego preguntó: —¿Los has visto tú?

—Si, señor. Doy gracias á Cristo y á todos los dioses por haberme concedido el corresponder á tus beneficios con esta buena noticia. Pero, joh Cirol te he de pagar aún mejor, lo juro por esta Roma humeantel Tocaba ya la tarde á su término; pero en el jardin veíase como de día claro, pues el incendio había seguido en aumento.

Parecía ya que no sólo se estaba quemando la ciudad en diversos puntos, sino en toda su extensión. El firmamento mirábase rojo á donde quiera que la vista alcanzaba. Y aquella noche se presentaba al mundo como una roja noche de infierno.

CAPÍTULO XLIV

La luz procedente de la monstruosa llama que envolvia la ciudad llenaba el horizonte hasta donde quiera que se tornase la mirada.

La luna se alzó grande y llena detrás de las colinas y pareció inflamada también por el fuego rojizo que la presentaba como una ascua de bronce.

Y parecía estar contemplando atónita la estupenda ruina de la ciudad que había gobernado al mundo.

En la inmensa bóveda del cielo, que á la sazón mostra