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QUO VADIS

seguida ambos á la arena y se apuñalearon reciprocamente.

Luego, á los gritos de Peractum est/ lleváronse unos sirvientes los cuerpos, y un grupo de muchachos acudió al punto, y con unos rastrillos hizo desaparecer las man chas de sangre de la arena, esparciendo en seguida sobre ella hojas de azafrán.

Y ahora tocaba la segunda parte á una lucha más importante y que despertaba no solameute el interés de la plebe, sino también de las gentes de buen gusto: durante ella los jóvenes patricios hacían á las veces apuestas enormes, perdiendo á menudo cuanto poseían.

De mano en mano iban pasando tablas, en los cuales escribíase los nombres de los favoritos, como asímismo la cantidad de sextercios que cada uno apostaba á su campeón predilecto.

Los «Spectate», es decir, los campeones que se habían presentado antes en la arena y obtenido en ella triunfos,eran los que contaban con mayor número de partidarios; pero entre los apostadores había también algunos que arriesgaban sumas considerables, poniéndose de parte de gladiadores nuevos y no conocidos aun, con la expectativa de ganar sumas inmensas si obtenían éstos la victoria.

El mismo César apostaba; y apostaban los sacerdotes, las vestales, los senadores y los caballeros; y apostaba el populacho.

Y entre la plebe, cuando llegaba á faltarles el dinero, solían apostar hasta su propia libertad. Seguian, con el corazón anhelante de ansiedad y aun de temor, las peripecias de aquellos combates, y más de uno entretanto hacía votos en alta voz á los dioses, á fin de alcanzar protección en pró de algún lidiador favorito.

Así es que cuando se dejó oir el agudo son de las trompetas, se hizo en el anfiteatro un profundo silencio expectante.

Miles de ojos tornáronse á las grandes cerraduras de una