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QUO VADIS

aún el más precioso, nada es por sí mismo, y no adquiere valor sino cuando la mano del estatuario lo ha transformado en una obra maestra. Sé tú ese estatuario, amigo mio. No basta amar, es necesario saber amar, y saber enseñar á amar. La plebe también, y hasta los animales experimentan el placer, pero el hombre verdadero se distingue de ellos precisamente, por su aptitud para mudar ese placer en un arte lleno de nobleza, y apreciarlo como un don divino; así, pues, desea, no sólo su cuerpo, sino también eu alma. A menudo, cuando pienso en la vanidad, en la incertidumbre, en el fastidio de nuestra vida, me pregunto si no has tomado tú la mejor parte, y si la guerra y el amor no son únicamente las dos solas cosas para las cuales valga la pena de haber nacido.

«En la guerra tú has sido afortunado, sélo igualmente en amor, y, si sientes curiosidad por saber lo que ocurre en la corte de Nerón, te informaré de vez en cuando.

»Hénos, pues, instalados en Ancio, cuidando á nuestra celeste voz, y sintiendo siempre igual odio por Roma, hasta el punto de que formamos el proyecto de pasar el invierno en Baya, y de aparecer en público en Nápoles, cuyos habitantes, por su cualidad de griegos, saben apreciar mejor nuestros méritos que los ignaros de la ribera del Tiber.

»Llegarán gentes de Baya, de Pompeya, de Putiola, de Cumea, de Stabies. No nos faltarán ni aplausos ni coronas: esto nos animará para nuestro viaje á Grecia.

»¿Y el recuerdo de la pequeña Augusta? Si, aun la lloramos. Cantamos himnos de nuestra composición, y tan maravillosamente que, celosas, las sirenas se han ecultado en lo más profundo de los abismos de Anfitrite. Los delfines, por el contrario, nos escucharían con gusto; pero los rugidos del mar, se lo impiden. Nuestro dolor no se ha calmado aún, y podemos exhibirlo, en todas las actitudes que enseña la escultura. ¡Ah, queridol Nosotros moriremos metidos en pieles de bufones ó comediantes.