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QUO VADIS

Como pasaba la noche la mas de las veces en las tiendas de vino y hasta se hospedaba en ellas, alternando con hombres sin hogar, é igualmente sin fe ni honor, podía facilmente encontrar personas dispuestas á encargarse de cualquiera vil faena; pero era más fácil aún que se encontrara con otras que al columbrar dinero en su persona, darían comienzo á su ruin agencia, más, en recibiendo un anticipo exigirían luego la suma toda, con la amenaza de entregarlo á la justicia. Además, Chilo, desde hacia algún tiempo había cobrado repulsión á ciertas desnudeces, y á las repulsivas y terribles cataduras que tenían sus guaridas en las casas sospechosas del Subura o el Trans Tiber.

Midiendo todas las cosas por el propio rasero y no habiendo profundizado suficientemente á los cristianos ni á su religión, juzgaba que también entre ellos seriale fácil hallar instrumentos pasivos.

Y desde que le parecían más seguros que los otros, decidióse á utilizarlos, presentándoles de tal manera el asunto, que se aviniesen á tomarlo á su cargo, no tan solo por amor al dinero, sino con un móvil místico.

Después de haber discurrido así, fué por la tarde á ver á Euricio, de cuya 'adhesión cordial á su persona estaba cierto y lo mismo de que habría de hacer cuanto de su parte estuviese para ayudarle.

Cauteloso por naturaleza, Chilo ni siquiera soñó en descubrirle sus verdaderas intenciones, las cuales por otra parte, á ser conocidas presentaríanse en abierta oposición á la fe que el anciano tenía en la piedad y en la virtud de Chilo.

Este deseaba encontrar gentes dispuestas á todo y tratar con ellas del asunto solamente desde una faz que les obligara, por consideración á sí mismas, á reservarlo para siempre como un secreto.

El viejo Euricio, después del rescate de su hijo, arrendó uno de esos numerosos tenduchos situados en las inmediaciones del Circo Máximo, en los cuales vendía á los