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QUO VADIS

sabana de agua que se extendía ante sus ojos; sobre ella el bote de un pescador, y en el bote á Pedro y á Ligia. El, Vinicio, nadaba con todas sus fuerzas en dirección á ese bote, pero le impedía alcanzarlo el dolor que sentía en el brazo roto. El viento azotaba las olas contra sus ojos: empezaba á hundirse y á pedir auxilio con suplicante voz.

Ligia entonces arrodillábase ante el Apóstol, quien hacía virar la embarcación y le alargaba un remo del que Vinicio se apoderaba y con la ayuda de ambos subía al bote y caía extenuado en el fondo.

Yluego parecíale que se ponía de pie y había una multi tud de gentes que se dirigían á nado hacia ellos. Las olas cubrían de blanca espuma sus cabezas y en medio del torbellino solo podían verse las manos de unos pocos, levantadas en alto. Pero Pedro iba salvando de tiempo en tiempo á los que estaban á punto de ahogarse y les iba recogiendo en su bote, el cual se iba á la vez alargando como por milagro.

Y pronto fueron llenando aquella embarcación grupos tan numerosos como los que se habían reunido en Ostrianum, grupos que iban por momentos tomando proporcio nes de verdaderas multitudes.

Vinicio veía maravillado cómo todas aquellas gentes iban hallando cabida en la embarcación y temía que todos fueran á hundirse de repente.

Pero Ligia le tranquilizaba señalándole una luz que brillaba en la distante ribera y hacia la cual ibanse encaminando.

Estos cuadros y escenas que se representaban ante Vinicio en medio de un sueño fantasmagórico, se entremezclaban de nuevo con las descripciones que en Ostrianum había escuchado de labios del Apóstol acerca de cómo Cristo se había presentado sobre el lago.

Y ahora veía á los reflejos de una luz una forma huma na hacia la cual remaba Pedro; y á medida que á ella se