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Amalia D. Soler

porque el espiritista es el obrero
del único progreso verdadero.

Las religiones todas han pintado
un Dios á su capricho y sus antojos;
en todas le busqué, pero no he hallado
quién calmara mi angustia y mis enojos;
que el Dios que los mortales han formado
le cercan de la duda los abrojos,
y nada más horrible que la duda...
¡feliz de aquél que trás la fé se escuda!

Yo en los templos, al pié de los altares,
quería encontrar á Dios, oyendo misas,
y escuchando monónotos cantares
del incienso entre nubes indecisas.
Envidiaba á los hombres que, á milllares,
escuchaban con plácidas sonrisas,
las historias de lüengas tradiciones,
de milagros, de santos y visiones.

Los envidiaba, sí; porque en mi anhela
yo no encontraba á Dios en mi agonía;
un mito para mí fué siempre el cielo,
y el purgatorio estafa y mercancía;
buscando á mi dolor algún consuelo
crucé los mares, y en tan fausto día,
al contemplar el piélago profundo
rendí homenaje al Hacedor del mundo.