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RAMOS DE VIOLETAS

que en un valle solitario
allí está el Supremo Ser.

Allí está el cielo y la brisa,
las cascadas y las flores,
y las aves de colores
que bendicen la creación.
Está la naturaleza,
esa fábrica grandiosa,
de belleza portentosa
y gigante construcción.

La obra del hombre ¿qué vale
ante esa débil muralla
que al mar le sirve de valla?
¿No se ve allí á Dios quizá?
Pues se suceden los siglos,
los mares se precipitan,
las olas siempre se agitan
y nunca van más allá.

Cuando el huracán arranca
los árboles centenarios,
¿hacen falta santuarios
para temblar ante Dios?
¿Tendrá más poder acaso
un templo pobre y mezquino,
que ese misterio divino
que hay de la natura en pos?