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AMALIA D. SOLER

algunos por reirse investigaron,
y sin saber por qué se convencieron.
Aquellos que en su mente conservaron
recuerdos de los seres que perdieron,
sintieron renacer en su memoria
de su existencia la pasada historia.


Yo la sentí también, brotó en mi mente
vertiginosa... delirante idea,
comprendí que había un Ser Omnipotente,
y exclamé con amor: ¡Bendito sea!
Admiré la gran causa inteligente,
miré en la ciencia luminosa tea
que nos mostraba mundos y planetas,
que nunca los soñaron los poetas.


Vi á hombres rudos, sencillos, ignorantes,
trazar sobre el papel rasgos extraños,
pigmeos convertidos en gigantes,
sin doblez, sin mentira, sin engaños;
yo ví la conmoción en sus semblantes
y lamenté los juveniles años,
que he perdido dudando que vivían,
que los muertos hablaban y sentían.


Viven, sienten, se agitan, se estremecen,
velan amantes nuestro triste sueño,
del globo terrenal desaparecen,
que así lo quiere su divino dueño.
Mas siempre en nuestra lucha nos ofrecen
de la esperanza el mágico beleño.
Por eso en mis momentos de agonía
te contemplaba siempre ¡madre mía!