Página:Retratos de los españoles ilustres con un epítome de sus vidas (IA AK150).pdf/392

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ó llevado de su facilidad misma, ó estrechado de la necesidad, vino á convertir en oficio la prerogativa y gloria de escritor.

El particular estudio que habia hecho de algunos ramos de nuestra antigüedad histórica, ó mal examinados por los cronistas, ó desfigurados por los impostores, le proporcionó el empleo de Cronista mayor de Castilla á los veinte y siete años de su edad, en que sucedió á Antonio de Herrera. Habiendo vacado en 1636 la plaza de Cronista de Aragon por muerte de D. Francisco Ximenez de Urrea, la Diputacion de aquel Reyno le eligió sucesor suyo: y en 1640 le nombró el Rey su Cronista mayor de todos los Reynos de la Corona de Aragon, condecorándole despues con el hábito de la Orden de Santiago. El desempeño de tan honoríficos cargos, y la fama que con ellos debe andar unida, fuéron causa de verse distinguido del Gobierno, buscado de los Señores, y zaherido de algunos literatos.

Los cuidados domésticos en la manutencion y crianza de sus hijos; habiendo sido casado dos veces, no solo no interrumpiéron sus tareas, ántes las aviváron, obligándole á consultar en ciertos casos mas con los socorros que le ofrecia la prensa, que con la importancia y calidad de sus obras. Está seria la causa de haber empleado con preferencia. su tiempo y sus desvelos en tanto número de relaciones, informaciones, y justificaciones de genealogias, succesiones, y noblezas de familias, y en tanta copia de otras composiciones en prosa y verso, tan várias por sus objetos, como estrañas por sus títulos, de urnas sacrás, mármoles triunfales, pirámides baptismales, cadenas historiales, anfiteatros &c.: sobrescritos de la adulacion y pedanteria de su tiempo. Tambien debemos confesar que si sus escritos fuéron muchos, muchos mas fuéron los elogios que hicieron de ellos algunos doctos sus contemporaneos; y no faltó quien tuviese la paciencia de formar de todos un volúmen. Sin embargo de tan antigua y pomposa recomendacion; en estos tiempos, en que han variado el gusto y el criterio del público, los escritos de Pellicer son menos leidos, y mucho menos clógiados, excepto un corto nú mero, en que se interesan el lustre de la monarquia, la grandeza y verdad de la historia, y el juicio de la nacion.

Perdonándole su estilo, que descubre el oropel é hinchazon de su tiempo en los hipérboles y metáforas, y las alabanzas que no se descuidó de darse á sí propio, á que alguna vez le obligarian la sinrazon y mordacidad de sus contrarios; se debe contar á D. Josef Pellicer entre los hombres de letras, á cuyo ingenio, estudios, y vasta erudicion debe mas la historia cclesiástica y civil de España en el siglo décimo séptimo: siendo dignos de gratitud y alabanza el zelo, la constancia, y csmero con que luchó contra los que sostenian la falsedad de los Marcos Máximos, Julianos, Liberatos, Aubertos, y otros fingidos cronicones. En esta guerra literaria sacrificó sus vigilias ocho años continuos, los postreros de su vida, que acabó en Madrid á 16 de diciembre de 1679 con la pluma en la mano, dando la última á algunos escritos, para cuya publicacion le faltáron caudal y dias, con haber sido tantos los que le concedió el Cielo.