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Página:Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres (Tomo I. Entrega II, pp. 33-64).pdf/26

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RESTAURACION DE VASOS.




APUNTES ARQUEOLÓGICOS.




Es muy frecuente encontrar, en las colecciones reunidas en la República Argentina, una série de fragmentos de barro cocido, que con facilidad pueden referirse á cacharros ó utensilios domésticos, usados en otro tiempo por los antiguos salvajes de estes países, señores autóctonos de la tierra Americana.

Como esas colecciones suelen ser formadas por personas que no conocen el valor de las piezas que la casualidad pone á su alcance, casi siempre en los campamentos ocupados antes por los Indios, contienen por lo comun los fragmentos marginales solamente, es decir, los que conservan dibujos grabados en los bordes, y casi nunca los otros pedazos lisos de los tiestos de que aquellos formaban parte, por cuanto representan la porcion mas conspicua de los mismos.

Hace algunos años, mi amigo el Dr. Domingo Barros Matheu recibió un buen número de tales fragmentos marginales, recogidos en Quilmes, actualmente un pueblo á corta distancia al Sur de la ciudad de Buenos Ayres, y cuya denominacion se debe á que allí fueron establecidos, en el siglo pasado, numerosos Indios del mismo nombre, (Indios Quilmes) enviados desde el Tucuman. La coleccion aludida me fue regalada inmediatamente por el amigo que cité.

Lleno de profundo respeto por todo lo que es arqueológico cuando está en manos de los Champollion, los Rawlinson, los Ebers y otros investigadores sérios, guardé aquellos bordes para solaz y evocacion de civilizaciones ó de barbaries extinguidas, y unas veces los miraba con ese respeto científico, y otras me servían para recordar un vaudeville en que se elogia mucho la science des pots cassés, restauradora de un lacrimatorium romano con fragmentos de una sopera moderna.

Pero en uno de esos dias de respeto, se me ocurrió que aquellos pedazos de barro cocido, muy propios para ser profanados, tapando con ellos agujeros de fondo de macetas, contenían suficientes elementos geométricos y artísticos para poderlos restaurar, devolviéndolos así al conjunto de que en un tiempo formaron parte.

De mis lecturas (no excesivas en la materia), de las oidas, y por lo visto, resultaba que la restauracion de vasos antiguos, hecha sobre