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ESQUEMA SEXUAL 115

nada fácilmente, otras puede oponer dificultades insuperables al proceso por el cual el deseo llegaría a ser consciente.

El conocimiento de la resistencia es de gran interés para el psicoanálisis. Su vencimiento constituye el contenido prácti- co de la actividad analítica. Lo reprimido, al hacerse consciente queda privado de energía. El síntoma está entonces eliminado.

En sus obras “Más allá del principio del placer” y '““Meta- psicología” planteó Freud importantísimos aspectos y hondos problemas de su doctrina.

Observando las neurosis de guerra, llegó a la conclusión, de que su teoría anterior, según la cual el carácter de los sueños era dar cumplimiento a deseos de índole sexual, no era apli- cable a estos enfermos. En consecuencia, había un punto en el que no imperaba el principio del placer. ¿Cuál era entonces la tendencia elemental, primitiva, del alma? Freud respondió: superar la excitación. Ñ

Admitió que existen dos clases de instintos: los instintos se- xuales, que son vitales y aspiran a la unidad de la vida disper- sa y los instintos cuyas raíces están en el fenómeno, instintivo también, de la muerte.

Amplía Freud el concepto de lo sexual: toda célula orgá- nica contiene libido, sexualidad, y ésta es la fuerza con que todas las células del organismo se ayudan y sostienen mu- tuamente. Por eso, en el instinto de conservación, hay tam- bién una parte libidinosa. El instinto sexual es el conserva- dor de la especie, pero en este puede encontrarse también algo del instinto moral, que aparece luego como componente sa- dista del instinto sexual. Existe una lucha constante entre los instintos de la vida y los de la muerte.

Freud sigue investigando el inconsciente. En 1923, apare- ce su obra: “El yo y el ello”.

El inconsciente había sido primero el lugar psicológico de los deseos sexuales infantiles, que habízn ido sucumbiendo, poco a poco, a la fuerza de la represión. Ahora, analizado más hondamente, el “ello” es algo poderoso, creador. Los deseos reprimidos no son sino una parte del inconsciente, precisa- mente aquélla que es inaccesible al yo. Pero hay otra mucho más amplia, que no ha sido reprimida. La oposición que ori- gina el conflicto, no se encuentra ya entre lo consciente y Jo inconsciente en sí, sino entre la conexa organización espiritual del yo y los contenidos reprimidos y separados del yo, que