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192 . HUMBERTO SALVADOR

castiga con crueldad. Pero su egoísmo va más lejos aún. El au- toriza a un hombre cohabitar con una mujer únicamente, por toda la vida. El comercio sexual fuera del matrimonio religio- so es “pecado”.

En verdad, debieron ser extraviados sexuales los que tuvie- ron la idea de crear tan caprichoso dios. Ninguna religión tu- vo un amo más inhumano.

Pero, al tratarse de los hijos, es cuando el cristianismo lle- ga a superar su propia crueldad. Con un criterio bárbaramente inhumano, clasifica a los hijos. Dentro de su doctrina los des- cendientes son legítimos o ilegítimos. Estos últimos pueden ser de dañado ayuntamiento o simplemente ilegítimos.

La expresión “de dañado ayuntamiento” revela una extraor- dinaria perversidad. Todos los crímenes, los más atroces, son pequeños junto a esta monstruosa concepción del sexo.

El cristianismo envenena el espíritu del hombre, aún antes de nacer. Subdivide a los hijos '“de dañado ayuntamiento” en adulterinos, incestuosos y sacrílegos. Verdaderamente, tal ideología demuestra hasta dónde puede llegar la ferocidad del animal humano. .

Para los hijos que nacen fuera de matrimonio, para los ni- ños pobres, ha creado el cristianismo los orfelinatos, basados en una virtud que ocupa elevado rango dentro de su doctrina.

Es la caridad. Pero esa virtud, tan elogiada por la iglesia, es profundamente inmoral. Su fundamento psicológico incons- ciente no cs sino el placer que siente el hombre cuando humi- lla a un semejante suyo.

Al huérfano se le enseña desde niño, que es un ser inferior. Se le humilla todos los días. A cada momento se abofetea su dignidad.

Tiene que comprender hasta la saciedad el niño, que cuanto recibe se le da como limosna. Que él ha nacido manchado, que sus padres se avergiienzan de él, porque es fruto del :pe- cado. Hasta dios está enojado con él. Si vive es únicamente porque en el mundo hay personas buenas que le ayudan, a pe- sar de ser un monstruo. Le enseñan que tiene que hacer peni- tencia, para que el poder divino le perdone una culpa que nunca cometió.

Si el psicoanálisis nos ha enseñado ya que es en la infancia cuando se forja definitivamente la personalidad, '¿qué puede esperarse de un hombre a quien se envenenó el espíritu desde