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2183 HUMBERTO SALVADOR

luptuosidad, su finura, se estiliza en “El señor Venus”, de Ra- childe.

Cinismo adquiere la homosexualidad en “El asno de oro", de Apuleyo. Aparece torturada la sugerencia suya, en las formi- dables novelas de Proust. En la obra de Wiide, es dende el amor homosexual se eleva hasta el arte perfecto.

El hecho de que un grupo numeroso de hombres egregios hayan sido uranistas, recuerda la doctrina endocrinológica, se- gún la cual la naturaleza utiliza para la creación del genio, las cualidades propias del hombre y las excelencias que perte- necen a la mujer. El genio es una prodigiosa s'ntesis de lo mejor que tienen los dos sexos y su origen «s endócrino-se- xual. Le da la tiroides, en sumo grado, el poder crítico, la emoción, la lógica, y un conjunto de caracteres de tipo feme- nino. Las suprarrenales le otorgan su emotividad, su energía viril. Las gonadas le cfrecen su potencia creadora.

En lengua castellana, Nin Frías es el defensor de la homo- sexualidad. Sus libros 'Alexis'” y '“Homosexualismo creador” están consagrados al elogio del amor unisexual y del tempe- ramento uránico. Opina Nin Frías que la homosexualidad es de origen prenatal. La libido sería precisada per el íntimo sen- tir y pensar maternos. Añade que el homosexualismo es una persistencia de la erótica del adolescente a través de toda la vida.

La homosexualidad tiene sus cordilleras, desde Grecia hasta Francia, a través de Inglaterra, en ““El Banquete”, diálogo en el que se consagra al efebo como el objeto más elevado del amcr; en el “Retrato de Dorian Gray”, novela en la que el arte se ha superado para producir el poema del homoerotis- mo; y en el ““Corydon, ensayo en el que el amor unisexual aparece bajo aspectos biológicos, sociales y estéticos, en forma extraordinaria.

Así «s como la homosexualidad encuentra su filósofo en Pla- tón, su poeta en Oscar Wilde y su apóstol en Gide.

También el amor lesbiano ha sido un fecundo motivo es- tético. Llenas de sugerencias son las leyendas de Lerbos. La homosexualidad femenina cclebraba fiestas maravillosas. El palacio sífico estaba custodiado por amazcnas. Pena de muerte tenía el hombre que se acercaba a él.

Con Safo surge uno de los espíritus más refinados del arte. Sus magníficos po-mas palpitan hasta ahora de transparente emoción. Brota belleza de las intimidades de Corina con Safo.