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ESQUEMA SEXUAL 231

Dice Beatriz Fcrbes Roberston Hale:

“Desde los tiempos primitivos la mujer ha sido un proble- ma para el hombre; ahora ha llegado a ser un problema para ella misma. La aventura que las mujeres han corrido en la ci- vilización occidental en los últimos cien años, ha consistido en la conquista de los plenos poderes y funciones que les corres- ponde en la especie humana”.

Es en la Rusia soviética donde la mujer ha obtenido una vic- toria definitiva. Sólo ahí la igualdad social, política y econó- mica de la mujer, es verdaderamente real. ,

Después de la guerra surge en los países occidentales un tipo femenino nuevo. Alejandra Kolontay lo ha descrito magnífica- mente.

La novia impecable, la esposa que vive sólo para el hogar, la muchacha que únicamente aprende quehaceres domésticos, son tipos del pasado. Su justificación se encuentra en la ética clásica.

El cristianismo había envilecido a la mujer. Hizo de la cas- tidad la virtud por excelencia.

El burgués completó la concepción cristiana, considerando a la mujer como su propiedad. Dentro de la antigua moral, puede el hombre tener todas las mujeres que le permita su si- tuación económica. Pero la hipocresía de la vieja ética, exige el antifaz legal.

Está permitido tener muchas queridas, si hay dinero para sostenerlas, pero una sola debe ser la esposa. No puede el hombre casarse dos veces, a menos que sea viudo o divorciado. La mujer es, en consecuencia, un objeto de placer para el hombre. Este la mima; está siempre dispuesto a ser galante con ella; para ella escribe poemas llenos de lugares comunes; pero en el fondo, no considera a la mujer como a su igual. To- do hombre del pasado se siente ofendido cuando oye que la mujer tiene su misma capacidad.

La vieja moral encierra a la mujer en el hogar. Para ella no hay otro porvenir que casarse, para luego criar el número de hijos que el hombre quiera darle. Es dichosa la mujer que pudo cazar marido. La que no tuvo la suerte para encontrar- lo, está condenada a perpetua castidad, si quiere conservar su “honor”.

El hombre del pasado juzga ridículo que la mujer aspire 2

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