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ESQUEMA SEXUAL 239

verificarse en toda su magnitud y grandeza, sino después de que se haya realizado la revolución económica.

En las civilizaciones pretéritas, las costumbres matrimonia- les fueron una mezcla de tres factores: instintivo, económico y religioso.

El concepto del instinto no siempre puede aplicarse con pro- piedad a la conducta humana en cuestiones sexuales, tan dis- tantes de la uniformidad.

El ascetismo fué producto de una época de cansancio sexual. La moral cristiana se formó en un período decadente y mor- boso.

San Pablo lanzó la interpretación de que el matrimonio exis- te, no para procrear hijos, sino para prevenir el pecado de fornicación. Mantuvo la tesis que el comercio sexual, aun dentro del matrimonio, era un estorbo para alcanzar la salva- ción. El sexo llevaba fatalmente al infierno.

Pablo no dijo por qué es mala la fornicación, y condenarla fué una novedad del cristianismo. Tales fundamentos hicieron que la religión cristiana “fuera un terrible error para la huma- nidad; una fuerza predisponente a lcs trastornos mentales y a concebir ideas malsanas sobre la vida”.

El catolicismo, modificando brevemente la opinión de Pa- blo, sostuvo que “es bueno traer hijos al mundo, porque toda alma es capaz de salvarse”. Pero para no ser pecado, el coito de- be efectuarse dentro del matrimonio y con el objeto exclusivo de procrear.

Pero el catolicismo se contradice, al no admitir la disolución del matrimonio aun cuando sea estéril la mujer.

El protestantismo fué más humano: dejó de hablar de celi- bato, abandonó la doctrina de que el matrimonio es sacramen- to y toleró el divorcio.

Los primeros individuos que lanzaron la idea de que el sexo es pecado, debieron ser enfermos de cuerpo y espíritu. Locos pervertidos o degenerados.

La humanidad aceptó en parte la interpretación del sexo co- mo pecado. Pero el hecho de que una idea haya estado muy extendida, no demuestra que no sea absurda.

“¿Como los moralistas eran hombres —dice Bertrand Rus- sell—, la mujer resultó la “tentadora”; el papel de “tentador” hubiera correspondido al hombre, si los moralistas hubiesen si-