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252 HUMBERTO SALVADOR

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jeto la moral burguesa y se ganará por sí misma la yida. La costumbre de “la dote'” que se ha impuesto-en algunos países, es por un lado magnífica, porque ayuda al sostenimiento del hogar, sin que esto signifique que el hombre explote a la mu- jer, ya que ella sólo presta su contribución; p2ro, por otra parte, es inhumana e injusta dicha costumbre, porque la mu- jer que no tiene dote no se casa.

La edad joven es la mejor para el matrimonio, desde, el pun- to de vista biológico. Los hombres huyen del matrimonio, so- bre todo por causas económicas, hecho que la mujer, con fre- cuencia, no comprende claramente, atribuyendo el fenómeno a la ausencia del amor.

De gran valor humano y psicológico, es la afirmación de Carlota Perkins, en el sentido de que cuanto menor sea el nú- mero de las experiencias sexuales de la mujer, mayor será su bienestar. Lo contrario puede conducir a la prostitución, que es una tragedia profunda. En el futuro la mujer cooperará con el hombre para la producción, el perfeccionamiento del espí- ritu y el dominio del cosmos. Entonces se mirará el amor como el arte más delicado. Todos creerán en él.

En situación acaso opuesta se coloca Elena Key. Sostiene y se esfuerza por demostrar el hecho de que en ninguna parte se ha encontrado la prueba de que la monogamia es la forma adecuada para la evolución de los pueblos. Al contrario, según ella, ha hecho más daño que provecho a la verdadera morali- dad. Sólo una larga vida juntos, podrá probar la legitimidad del amor y por consiguiente la moralidad de la vida en común, y sus condiciones para formar la dicha de los dos y de la des- cendencia. Según su tesis, toda pareja que se uniese para vivir, ya libremente, ya unida por las leyes, tendría que demostrar por sí misma la moralidad de su derecho. Una situación ideo- lógica análoga ha sostenido la pensadora española Hildegart.

Pero la posición verdaderamente admirable, plena de verdad humana, de emoción psicológica y de realidad económica, es la adoptada por la gloriosa personalidad de la maestra rusa Ale- jandra Kolontay.

Traza con caracteres vigorosos la silueta del “amor camara- dería”” que sólo puede cristalizarse en el Estado Cbrero, Hom- bre y mujer serían dos compañeros trabajadores. unidos por el instinto y el amor. Tendría el querer amplio sentido ideoló- gico y social. Como corolario se establecería absoluta igual-