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SESION DE 19 DE DICIEMBRE DE 1826

tos, la Representación Provincial de Colchagua, pide al Soberano Congreso Nacional se sirva detallárselas con la brevedad posible.

La alta consideración i respeto a esa Soberanía, mueve a esta Representación Provincial a poner en su sabia atención este acontecimiento i las medidas tomadas, cierta ésta de que las prudentes miras del Soberano Congreso, no distarán mucho de sus pensamientos.

El Presidente de la Honorable Asamblea de Colchagua, tiene el honor de saludar al Soberano Congreso Nacional, ofreciéndole los mejores sentimientos de su mas rita consideración. —Asamblea de Colchagua, Curicó, Diciembre 16 de 1826. —Juan José Uríbe. —Luis Labarca, secretario. —Al Soberano Congreso Nacional.



Núm. 611

Soberano Señor:

Los empleados de la Renta de Correos, con todo el acatamiento debido, nos atrevemos a implorar de la Representación Nacional el consuelo que esperamos, como el centro de la beneficencia. Los padres de la Patria, los hijos de la luz que va a alumbrar mas allá del hemisferio de la República, no serán insensibles a nuestra esclamacion, si la conceptúan justa. Hemos oido que la Soberanía de la Nación, en las actuales escaseces del Erario, decreta la suspensión del pago de sueldos de algunas oficinas hasta que sean igualados todos los empleados civiles i militares, cuando se les debe a muchos mas de un año de sus sueldos, i hasta no ser todos igualados nadie debe ser pagado, ordenándose para lo sucesivo un rateo proporcionado, para que aun en medio de la escasez, todos sean socorridos, i cuando la madre Patria no pueda pagar a todos, ha de igualarse la balanza, sin que unos queden absolutamente desatendidos i otros del todo satisfechos.

Confesamos, Señor, que la medida es hija de la filantropía, i concebida en el taller de la justicia i la igualdad, i a pesar que respetamos las luces de la Soberanía, hacemos con el mayor respeto las reflexiones, que esperamos se oigan en nuestro sumiso reclamo.

La Renta de Correos es la única oficina que no tiene feriado, vacaciones ni descanso; para ella es lo mismo el dia mas solemne que el común; nuestro trabajo i nuestra asistencia deben empezar desde las primeras horas de la mañana, hasta las dos de la tarde, i desde las cuatrc de ésta hasta las nueve de la noche; esto es, en lo diario i corriente; mas, en lo estraordinaiio i urjente, no se nos dispensa ni el medio día ni la media noche; la fatiga nos es necesaria aun en aquellas horas en que toda la naturaleza descansa en profundo silencio. ¡Cuántas veces, Señor, nos amanecemos pernoctando, sea invierno o verano, por despachar los correos, ya al comercio, ya al Estado!

En esta contracción, un mes que se demoren nuestros sueldos, perecen nuestras familias, i el hombre sin pan no puede trabajar; todas las demas oficinas de la República tienen horas de descanso, tienen feriados i por lo regular, la tarde i la noche libres para dilijencias particulares; nosotros somos los únicos que trabajamos mañana, tarde i noche, hasta el estremo de pernoctar i esta continuación de nuestras tareas no nos permiten recurso ni hora vacante para dilijenciar, por otros medios, la subsistencia de nuestras familias, si nos falta el sueldo que tan justamente ganamos.

Por otra parte, las dotaciones escasas nos hacen ir con el día, i siendo este el establecimiento mas útil al comercio, a las relaciones políticas, i en una palabra, el primero de la sociedad, parece que también merece la primera atención por su importancia i por el asiduo trabajo de sus empleados. El no es para el Estado un ramo de arbitrio; sí solo un taller de necesidad i de conveniencia pública; sus producciones se consumen e invierten en razón directa de sus gastos i atenciones, i el Estado se lisonjea de tener un establecimiento, como este, con sus mismas producciones naturales, porque advierte que ántes sacrificaba crecidas sumas del fondo fiscal, i no estaba tan bien servida, siendo esta exactitud mucho mas recomendable, si se atiende al mayor fondo de tareas que hoi demanda, por el aumento de las relaciones que se facilitan por esta oficina. Sin exajeracion puede ella decir que cuando no alcanzaran sus producciones a sufragar sus gastos, éstos serían suplidos con preferencia a la tropa i a los mas sagrados de la República, por ser lo mas importante de la sociedad. Llenos de confianza, dicen los empleados en Correos ante la Representación Nacional: si hai alguna oficina en Chile que no admita reforma, i cuyo despacho esté en todo el lleno de su deber, es la nuestra. Cuando todas se examinaran con ojos de lince, acaso sería la única que se hallase sin nota i sin punto que reformar.

Si se observa, pues, no ménos que la importancia de este establecimiento, la exactitud i arreglo de su desempeño, la constante e imprescindible fatiga de sus empleados, el no ser un ramo de arbitrio, sino un establecimiento de necesidad a quien los mejores economistas han respetado, conformándose i teniendo por un hallazgo sostenerlo con sus propios recursos; si todo el mundo civilizado conoce que en punto de correos no puede haber lucro, i que el sumum de sus ventajas será sostenerse de sus propios recursos; si sabios políticos creen que seria mas importante a la sociedad sostener a las estafetas sin gastos ni gravámen del ciudadano, costeándose todo por el Erario Nacional, para abrir de este modo un manantial fecundo a la industria, al comercio, a las relaciones o a la ilustración misma;