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72 CONGRESO NACIONAL

toma de Chiloé, ínterin no se acabe con las partidas de bandidos que inquietan las provincias del Sur, i se pacifican los indios. Bajo de este respecto, de las muchas plazas que hai que cubrir i de la estensa línea de fronteras, la Comision informante cree que el proyecto, en esta parte, debe aprobarse, pues no es posible atender con ménos fuerza de guerra í demás atenciones requeridas.

Despues hace presente la relación que debe guardarse entre las armas de infantería, según principios militares i la esperiencia adquirida en el país, de que la caballería por sí sola no puede obrar con buen éxito a ménos que no sea combinada con infantería; i por ello reduce esta arma a una fuerza proporcionada a la de infantes. De aquí resulta también la ventaja de ahorro por el doble gasto que hacen las tropas de a caballo.

Es una verdad que nuestra caballería sola en contraposición de la de los indios, no demuestra superioridad, pues, ni puede nunca igualarse en el número, ni en los caballos, porque ellos traen remontas destinadas para los ataques, lo que nosotros no podemos proporcionar. Por otra parte, lo único que detiene sus furiosas cargas son los fusileros, i así es que es de necesidad adoptar la combinación de ambas armas.

Supuestos estos principios, entra a la organización del Ejército i fuerza de que deben componerse los cuerpos que propone. Designa los puntos en que deben situarse con proporcion a las plazas que deben guarnecer. Coloca en Chiloé una compañía de infantería. Igual fuerza de ámbas armas en Valdivia. A Concepción destina dos batallones de infantería i uno de artillería de mayor fuerza que las anteriores, por la triple atención que allí hai de las fronteras. En Talca acantona otro batallón de infantería i la caballería a la línea del Este por la inmediación a la Cordillera para que, combinadas ámbas armas, puedan obrar activamente contra Pincheira. Sitúa en esta capital un batallón de infantería i la compañía de a caballo de la artillería como una fuerza de reserva, i para poder llevar periódicamente el batallón de la guarnición de Chiloé i Valdivia, i últimamente a las plazas de Valparaíso i Coquimbo destina dos compañías de artillería de igual fuerza a las de Chiloé i Valdivia.

Parece a la Comision que, con respecto a la seguridad interior, todo lo abraza el proyecto.

Sin embargo, permítasenos hacer la digresión siguiente ahora, pues parece oportuno poner en la consideración del Congreso el estado de despoblación en que se hallan las fronteras del Sur por las repetidas invasiones a ellas de los indios, i creyendo es llegado ya el tiempo que sus vecinos vuelvan a poseer sus terrenos, a labrarlos, a entablar las crianzas i a continuar con las relaciones de comercio que ántes de la guerra tenian con los naturales de la costa, llanos i montes de los Andes. La situación permanente de dos batallones de infantería, alguna parte de caballería, i una compañía de artillería en aquella provincia proporciona mui bien la protección de una competente guarnición para las plazas fronterizas que, ayudadas de sus vecinos de a pié i a caballo, no solo podrán defenderse en el recinto de ella sino también contenerlos con pocos auxilios que se le presten oportunamente por el Gobierno, como que nunca pueden los indios inquietos sorprender, por las largas marchas que deben vencer para llegar a la frontera i porque tenemos también entre ellos tribus que nos son fieles. Pero, ántes de toda terminación sobre este importante asunto, es preciso usar de medios suaves, racionales i pacíficos que los españoles adoptaron despues de novecientos años de guerra, i que conocieron que ella no les era favorable. El resorte que tocaron fué el de los Parlamentos para entrar en transacciones. Ellos cortaron al principio la guerra, i aunque algunas veces fué alterada la paz por parte de los indios, no dejaron de haber motivos para que también se hubiesen disgustado. El último movimiento hostil que hicieron fué el del año de 1810, cuando quisieron reducirlos a pueblos, recelando que de ello perderían su libertad e independencia. Por un parlamento volvieron a sus anteriores convenios, i desde entonces hasta nuestra revolución fueron fieles siempre a los tratados. Nuestro comercio habia tomado con ellos un gran incremento.

Se estraian de entre ellos muchas mulas, caballos, yeguas, vacas i ganado lanar. Miles de ponchos o mantas, los suficientes para todas las jentes de nuestros campos. Todo ello dejaba una ganancia conocida a los que se destinaban a este jiro, i lo que es mas, aquel comercio i franqueza que gozaban con seguridad aquellos naturales, de venir entre nosotros a espender sus efectos, les habría proporcionado un adelantamiento en la amistad i civilización, que progresaba felizmente. Por esto opina la Comision que en el mes de Octubre próximo se convoque a un parlamento jeneral para Noviembre siguiente sobre una paz estable, haciéndoles entender la analojía de nuestro sistema de gobierno, a fin de que se trate con ellos de la seguridad con que deben contar sus propiedades. Del estado de firmeza en que se halla nuestra independencia de la Europa i que toda la América goza del mismo bien; que ellos no deben permitir en su seno enemigos nuestros, como tampoco nosotros los de ellos; que deben entregarnos al bandido Pincheira i sus secuaces que nos hostilizaron con robos; que se les auxiliará con tropas para concluir con él o permitirán que nuestro Ejército éntre a sus terrenos para concluirlo.

Que el tráfico de nuestros comerciantes i el de ellos puede continuar con seguridad entre ámbas Repúblicas, i en fin, que se fije tiempo para repetir las ratificaciones de los tratados que se celebran, como se practicaba ántes, como era en cada período de los capitanes jenerales.

Con este paso conseguiremos volver a su an