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CONGRESO NACIONAL

representada. Pero si los diputados, ciñiéndose a sus instrucciones, no obtuviesen la sanción del Congreso, continuarán cediendo a la mayoría, i salvando su voto para satisfacer a sus representantes.

Artículo último. En atención a que en cuatro Congresos;anteriores no ha podido constituirse la Nación, porque siempre se han contraído a lo directivo i económico, cuyos objetos dividen el Cuerpo Lejislativo sin dejar a la República otro fruto que la anarquía i el descrédito, los diputados de Coquimbo instarán cuanto esté a sus alcances por que el presente Congreso sea puramente constituyente, dejando las elecciones de los empleados para que se hagan en la forma que se determine por la Constitucion; la cual será el único remedio a tantos males pretéritos i que ocurren diariamente. —Serena i Mayo 6 de 1826. Gregorio Cordovez. —José Miguel Solar. —Joaquín Vicuña. —Pedro Juan Osorio. —Daniel W. Frost. —José Agustín Cabezas. —Francisco Bascuñan Aldunate. — Buenaventura Solar. —Joaquín Soza. —Manuel Antonio González, secretario.

Núm. 30[1]

MANIFIESTO QUE HACE LA ASAMBLEA DE COQUIMBO A LOS PUEBLOS DE I.A REPUBLICA SOBRE LA INTELIJENCIA DE SUS INSTRUCCIONES FEDERALES A LOS DIPUTADOS DE LA PROVINCIA EN EL CONGRESO NACIONAL DE 1826.

"Si el problema de la distribución de los poderes políticos estí resuelto, los Estados Unidos de la América setentrional son los que han hallado la solución. Al ver los efectos i este es el único buen modo de juzgar de las instituciones políticas, nada parece que puede imajinarse mejor que la forma de su gobierno. Un gobierno en que los ciudadanos son tan libres como pueden ser; en que la población se dobla cada veinticuatro años; en que por la fuerza i la opulencia siguen poco mas o ménos la misma progresión; en que las luces han hecho i hacen progresos que no podrían creerse si no se tocaran, parece el non plus ultra en política del jenio del hombre, i que no deja a las otras naciones mas que el trabajo de imitar". —SALAS, Lecciones de Derecho Público.

Hubo un tiempo en que no fué lícito dudar sobre los derechos del hombre en sociedad, porque hasta el siglo próximo pasado parece que los habitantes del globo jamas se habían ocupado de si mismos. Montesquieu mereció grandes elojios por haber arrostrado el absolutismo entónces dominante en Europa; pero fué uno de los primeros publicistas, i no alcanzó a conocer otro sistema de gobierno que el monárquico; él creyó que la Constitución inglesa era una obra perfecta que no podía mejorarse; i si atendemos a su oríjen, este código no es mas que una capitulacion entre los partidarios de Guillermo I i Jacobo II; es efecto de las circunstancias, i no la eleccion de un pueblo libre. Las repúblicas antiguas nada nos dejaron digno de imitación, Roma, gobernada por cónsules i sus tribunos, estaba llena de supersticion i privilejios incompatibles con la ilustración actual, i al íin la libertad se contenia dentro de los muros de la capital; los demas pueblos eran esclavos, sujetos por la conquista a un dominio cruel. Las leyes de Solon no no eran aplicables sino al pequeño triángulo de la Atica; i el mismo lejislador confesó que no eran las mejores; Esparta se rejia, a pesar de sus virtudes, por una ordenanza militar. Nada de lo viejo se aproxima a la perfección, si no es el sistema federal establecido en la América del Norte. Despues de este período no se puede dudar de buena fe en el arte de gobernar.

Cuando la Asamblea de Coquimbo dió en sus instrucciones por base la federación, sabia que este sistema tenia algunos enemigos descubiertos en aquella fecha; pero siempre contó con la voluntad de los pueblos, que rara vez se engañan contra sus propios intereses. Ahora ha visto desenvolverse una oposicion terrible en que se contradicen los mismos que ántes eran las mas firmes columnas del sistema; i la Asamblea de Concepción (primer pueblo federalista en Chile) ha dirijido al Congreso Nacional una representacion en que clama por el gobierno central unitario, como el único adaptable a su situación. Esta lejislatura ha creído un deber suyo demostrar que jamas tuvo por objeto el ínteres paiticular de su provincia, sino el bien jeneral de la Nacion. Siempre trató de uniformar sus sentimientos con los habitantes del Sur, i conserva documentos persuasivos que el sistema federal seria sostenido en ámbos estreñios del Estado. Temió, (es preciso confesarlo), que la ciudad de Santiago insistiese en conservar sus antiguas prerrogativas, i que, constituyéndose un pueblo rei, aspirase a la dominación universal; mas, hoi mira con indecible placer equivocados sus juicios. La capital de la República, satisfecha con las ventajas que le dió naturaleza, detesta toda ambición, i solo quiere la felicidad de los pueblos. Esto debió esperarse siempre de su ilustración. Aconcagua nunca dejó de manifestarse liberal, i contando con tan poderosos auspicios, la Asamblea ha resuelto dar a luz este discurso.

No haremos a los eruditos el insulto de retraer a discusión los principios de lejislacion que tan sabiamente han demostrado; el que quiera instruirse radicalmente en ellos, puede leer los pu

  1. Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Papeles sueltos, tomo III, años 1817 a 1828, pájina 67, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)