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SESION DE 19 DE SETIEMBRE DE 1825 349

El señor Infante. —Yo no quiero que sea la Sala quien me juzgue, seánlo los pueblos, i así pido a la Sala que mañana mismo se publiquen mis discursos para someterlos al tribunal de la opinion pública i ser juzgado por ese juez incorruptible. Es entónces que las provincias del Estado verán sí mis opiniones tienden al bien o al mal comun; i si la asercion del señor preopinante o mi contestacion es la verdadera.

El señor Eyzaguirre, don Domingo. —Parece que no habrá cosa mas interesante que el que se publique la sesion de ayer; pero, interesándose la Sala en cosas diferente?, no debe tratarse de esto. Observo sí que la palabra se toma diez o doce veces, i pido que se ponga algún término i se fije cuántas veces puede hablar un diputado.

El señor Lazo. —Miéntras no haya un reglamento, no puede impedirse que un diputado tome la palabra cuantas veces le parezca. Tampoco se quita tiempo a la Sala en pedir que se publique la sesion; creo que toda la Sala está interesada en esto i principalmente la barra que lo ha oido; así, no hai embarazo para que se redacte i se publique.

El punto principal es: ¿utrum se ha de hacer este ceremonial? ¿ántes o despues que vengan los diputados? Por lo que respecta a eso me parece que, habiéndose declarado esta corporacion como Congreso, deben hacerse estas ceremonias; es mui bueno que se hagan ceremonias; pero yo creo que la mejor que se puede hacer es la felicidad de los pueblos; sin embargo, siempre son buenos los votos al Ser Supremo si los hacemos de corazon; i pueden hacerse cuantas ceremonias sean necesarias o precisas, porque, como somos tan materiales, siempre es mui conveniente el aparato i la pompa; i esto cuanto ántes, porque la provincia necesita, señor, de muchos recursos; necesita que tratemos de todos los ramos; no hai una lei; i a lo ménos, cuando no las hagamos jenerales, las haremos provinciales que, siendo buenas, será fácil hacerlas nacionales, pues las demas provincias las adoptarán, conociendo su utilidad.

Así, pues, opino que se hagan estas ceremonias i que se redacte la sesion para que se desagravie el honor de un diputado que se conceptúa ofendido por otro señor, a quien su celo por su relijion le impusiera esos sentimientos, mui justos por otra parte; pero creo que la mente del señor Infante ha sido en los términos que él ha dicho.

Se acordó por la Sala que se redactase la sesion anterior, i su discusion sobre el primer artículo del proyecto que, no tomando otro señor la palabra, se puso en votacion i quedó aprobado. Leido el 2º artículo, tambien quedó aprobado.

Se leyó el artículo 3.º i entró en discusion.

El señor Ovalle, don J. A. —Creo, señor, que es acto bastante ridículo que el Director ántes sea Presidente i despues de la instalacion deje la presidencia, porque despues no es posible decirle que deje el asiento.

¡Oh, señor! Yo creo que es ridiculizar la Sala, i es ridiculizar al Director. En las otras instalaciones que hemos tenido, el Congreso ha salido de su Sala i el Director lia salido de la suya, para que jamas se diga que el Director preside a la Sala. Por pudor creo que estamos en el caso de que nadie presida la Sala. Ahora no sé quién le diga al Director: "Deje V. E. el asiento."

El señor Elizondo. —Declarado así en el reglamento, cuándo debe presidir i cuándo sea presidido, no hai necesidad de advertírselo, pasándole el reglamento, como se ha hecho otras veces.

El señor Ovalle, don José Antonio. —Repito que ese acto, aunque lo sepa el Director, es para ridiculizar la Sala i ridiculizar al Director.

El señor Presidente. —Tomar el primer asiento i despues dejarlo es bastante vergonzoso. El juramento ¿no se podrá dejar para lo último de la funcion? Es decir que, despues de instalarse el Cuerpo en la iglesia, presten el juramento los diputados.

El señor Egaña. —El Congreso no se instala en la Catedral; no hace mas que prestar juramento; de consiguiente, miéntras no esté reunido el Congreso, no tiene preeminencia al Director. Habiamos, pues, pensado que, concluidas las ceremonias en la iglesia, seria faltar a una especie de ritualidad o liturjia que está establecida, i era dónde debia colocarse el asiento que debia tomar el Director; se establece, pues, que viniendo el Congreso a la Sala, i sin sentarse, ni las corporaciones, ni el Presidente, ni persona alguna de los que forman este Cuerpo, diga lo que quiera sobre pié el Director, i se retire luego, para que el Cuerpo se arregle.

Se aprobó el artículo 4.1 i se leyó el 5.º

El señor Rozas. —Convendria siempre que el