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388 ASAMBLEA DE DIPUTADOS

valerse algunos vecinos de aquel pueblo para deponer al actual delegado contra las disposiciones legales; i no pueden ocultarse al buen juicio de los representantes los males que puede acarrear a los pueblos esta clase de desórdenes. Por tanto i sin perjuicio de las providencias que el Gobierno tomará para evitarlos, el Director ha creido conveniente ponerlo en consideracion de la Sala para los efectos que hubiere lugar. Con este motivo, el Director tiene la honra de espresar nuevamente a los Representantes Nacionales sus sentimientos de su distinguida consideracion. —Santiago, Setiembre 16 de 1825. —A los Representantes para el Congreso.


Núm. 470[1]

El Director Supremo tiene la honra de contestar la apreciable comunicacion del señor Presidente de la Sala de Representantes Nacionales, fecha de hoi, espresándole que, en el momento de recibirla, se comunicó la órden conveniente a la Comandancia Jeneral de Armas para que pusiese a disposicion de la Sala los cuatro ordenanzas que se solicitan.

El Director saluda a la Sala de Representantes con el aprecio i consideracion que acostumbra. —Santiago, Setiembre 16 de 1825. —A los Representantes para el Congreso.



Núm. 471[2]

La integridad del país, su seguridad i aun su existencia política, demandan imperiosamente que Chile ocupe el archipiélago de Chiloé. Nuestro Plenipotenciario en Lóndres excita al Gobierno a fijarse sobre este punto, en consecuencia de las aspiraciones de los Príncipes de la Alianza, de quienes debemos temerlo todo si no nos precavemos. El Gobierno del Perú nos insta a esta empresa, pero al mismo tiempo el Directorio está instruido que allí se toman medidas mui activas para realizarla en el momento que Chile la abandone o la retarde. A la Honorable Asamblea no puede ocultarse cuán vergonzoso i perjudicial sería a la República si nuestros vecinos tomasen la llave del Pacífico, su astillero, sus marineros, la estension que le fijó la naturaleza i, lo que es peor, las posesiones de Calbuco i Carelmapu ubicadas en nuestro mismo continente i que son el granero de todo el archipiélago. No puede haber un chileno indiferente a tal degradacion. Estos poderosos motivos estimulan hoi mi amor patrio a espedicionar sobre Chiloé, en fines de Octubre, para aprovechar el verano, único tiempo en que allí se pelea con los hombres; pues, principiando el invierno, que en aquella rejion se anticipa mucho, las lluvias i tempestades lo hacen inespugnable, como mui a nuestra costa lo tccamos en el año anterior. Yo mismo pienso encargarme del mando de la fuerte division que dispongo; pues estoi persuadido que mi persona debe influir en el buen suceso, por las relaciones que en todo este tiempo me he preparado con personas de influjo de aquella provincia, i por otras consideraciones que no pueden ocultarse a la sabiduría de esa Honorable Asamblea.

Pero los auxilios son el obstáculo en que escolla tan saludable resolucion. Trescientos mil pesos es el cálculo aproximativo de su costo i el Erario no los puede proporcionar, pues ni aun sufraga a los gastos ordinarios. Yo habria abandonado aun la idea de esta campaña, por cuyo feliz éxito están todas las probabilidades, si no hubiese contado siempre con el exaltado patriotismo de la jenerosa i rica provincia de Coquimbo, de esa provincia que, en circunstancias mas difíciles, ha marcado su conducta política con sacrificios heroicos; esta confianza me hace ocurrir a su Honorable Asamblea para que, poniendo en noticia de estos virtuosos ciudadanos la situacion del país i la necesidad de realizar inmediatamente la espedicion de Chiloé, acuerde los medios de subvenir a las escaseces que hoi impiden dar la última mano a nuestra libertad i salvar para siempre nuestras fronteras del poder estranjero. Yo estoi seguro que este conocimiento bastará para inflamar el amor público de los coquimbanos i allanará toda clase de dificultades. El Directorio aprovecha esta ocasion para reiterar a la Asamblea de Coquimbo su mas alta consideracion. —Santiago, Setiembre 21 de 1825. —A la Asamblea de Coquimbo.



Núm. 472[3]

Cuando en Febrero de 1824 emprendi libertar a Chiloé, se malogró esta empresa porque la naturaleza defendió aquel país. Obligado por la falta de recursos a estacionarme con el ejército en la isla de la Quiriquina, fué preciso llegar al archipiélago a principios del invierno, que allí se anticipa, cuyas grandes i diarias lluvias desvirtuaban la pólvora e impedian al soldado obrar con actividad. Las tempestades tampoco permitian a la marina sostenerse en aquel mar proceloso. Todo se convino para impedir el fruto de

  1. Este documento lia sido trascrito del volúmen titulado Correspondencia con los pueblos, tomo 1,088, años 1818 a 1826, pajina 575, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)
  2. Este documento ha sido trascrito del volúmen titulado Comunicaciones con las autoridades de la capital, tomo 1,093, años 1822 a 1825, pájina 405 vuelta, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)
  3. Este documento ha sido trascrito del volúmen titulado Correspondencia con los pueblos, tomo 1,088, años 1818 a 1826, pájina 577, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)