Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXI (1831-1833).djvu/43

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dremos algun tanto en algunas naciones de la Europa, cuyos ejemplos contemporáneos o poco menos que recientes deben suministrarnos materiales mas auténticos i mas fáciles de apreciar, por ser un efecto de los acontecimientos que hemos presenciado. Principiaremos por la Francia moderna.

Esa nacion ilustre, que veinte años de triunfos habian adormecido i cuya libertad encadenada por los laureles con que la oprimió el primer hombre del universo, no era mas que una fantasma entregada a la discrecion del jenio de la gloria, sucumbiendo a los esfuerzos colosales de la Europa coaligada, perdió en 1814 i 1815 su influencia militar i su importancia política; pero recuperó una parte de los derechos que habia conquistado a costa de su sangre i de los mas espantosos sacrificios. La Carta que le ofreció Luis XVIII al subir al trono, fué sustituida a las leyes arbitrarias que habia decretado Napoleon. Una reforma tan oportuna concilió todos los ánimos, i los franceses, olvidando la humillacion que les causó el advenimiento de un rei impuesto como una especie de gabela, por el poder de ochocientas mil bayonetas, callaron, reconcentraron su indignacion, i trabajaron por su libertad. Quince años se sucedieron en medio de los clamores i chubascos de la tribuna; de la resistencia de los diputados constitucionales; de las pretensiones, atentados i criminalidades de la antigua nobleza, del clero unido con el jesuitismo, de los ministros i del mismo rei.

La Carta fué violada; una mayoría enemiga de las luces i de la industria hizo que se sancionasen leyes abominables; la lei de elecciones fué adulterada i modificada en favor de la nobleza. Murió Luis XVIII, i su hermano el conde d'Artois le sucedió. Bajo sus auspicios la nacion creyó mejorar de suerte, i se engañó cruelmente. Los primeros dias de ese reinado deplorable quisieron calmar los temores i alentar las esperanzas públicas; pero esas esperanzas se desvanecieron como el humo de los inciensos que se tributaban a un rei poderoso i que cesaron luego que se le vió sumido en la desgracia. Las agresiones de la nobleza redoblaron; un ministerio infame formó los planes mas inicuos contra la libertad, i sus seides i ajentes ocultos encontraron por todas partes a la nacion como un muro impenetrable a sus pérfidos tiros. Las hostilidades se hicieron mas frecuentes i directas; la Cántara de Diputados fué disuelta por su liberalismo, i los pueblos en las siguientes elecciones elijieron un mayor número de representantes independientes; salieron las fatales ordenanzas, el pueblo miró de frente a Cárlos X i ese rei imprudente i cartujo cayó. Después de su espulsion, un rei popular fué llamado al trono: la Carta fué modificada, se practicó su reforma i la nacion, libre de sus grillos, se encamina a pasos ajigantados hácia la verdadera prosperidad.

El jenio de un hombre grande ha creado el imperio de la Rusia i lo gobierna aun. Su gobierno es despótico, i no puede ser de otro modo porque el ruso todavía bárbaro, se parece mucho al tártaro a quien debe su oríjen. Pedro I conociendo que la indocilidad de la nobleza se oponía a los adelantamientos de sus pueblos i cruzaba los planes de su administracion, no la suprimió; pero hizo como la democracia francesa, se apoderó de los pergaminos i los entregó a las llamas con el fin de conceder todo al mérito i nada al nacimiento. Esa reforma dió el ser a la Rusia.

La Escocia (dice un publicista moderno) a mediados del siglo próximo pasado, era todavía medio bárbara. ¿En qué consiste, pues, que en menos de ochenta años ha llegado a ser uno de los países mas sabios, industriosos i cultivados? Una sola palabra esplica este fenómeno: Porque reformó sus leyes.

El abate de Pradt, hablando de la Turquía, dice:

"Esa raza fatal a la humanidad i por cuyas venas circula el instinto de la destruccion, que tiene manos i piés de hierro para destrozarlo todo, sentidos enteramente cerrados i nulos para los instintos nobles, esclarecidos, jenerosos e ilustres; pueblo dedicado a las cadenas i a las ruinas, complaciéndose en ellas silenciosamente como en el estado natural de la humanidad, que haciendo consistir su goce en las privaciones, sale de un sueño apático para entregarse al esterminio: este pueblo, azote del Asia i de la tierra de los Ptolomeos, cambió en desiertos estas maravillas del mundo i cubrió las fértiles riberas i campiñas que en otros tiempos alimentaban a Roma, con una clase de seres estúpidos i feroces, dignos descendientes de los monstruos que aborta el duro seno del Africa."

Esa Turquía, que el abate de Pradt nos retrata de un modo tan horriblemente bello, esa Turquía ha adquirido en sus últimas campañas contra la Rusia una celebridad estraordinaria. Su soberano, despreciando las costumbres afeminadas de sus antecesores, ha abandonado las acres sensualidades del Serrallo, para manifestar a la Europa un carácter digno de inspirar tanta admiracion a los estranjeros como amor i gratitud a los pueblos que bajo su reinado han dado un gran paso hácia la civilizacion. No contento el intrépido i sabio Mahmud de atender a la organizacion i disciplina de sus tropas i suprimir el formidable cuerpo de Jenízaros, (empresa que habia costado la vida a mas de un Sultan i envuelto el país en terribles carnicerías), ha marchado sucesivamente de innovaciones en innovaciones hácia un grado de esplendor que va causando asombros. Empeñado en restituir al imperio de la filosofía las numerosas poblaciones que obedecen a sus leyes, quiere rejenerarlas i lo va consiguiendo: i ¡cosa prodijiosa i que muchos se obstinarán en dudar! va enseñando a esos bárbaros a renunciar a las antiguas preocupacio-