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CÁMARA DE DIPUTADOS

Cuando se habla de sistema parlamentario, debemos atenernos a los hechos existentes, porque con un bello ideal teórico no hemos de ir a correjir un sistema de instituciones; esas locuras pasaron con el siglo XVIII.

Tenemos a la vista a Norte América.

En el mes de Mayo se reunieron en Baltimore seiscientos Diputados del partido demócrata, i nombraron su candidato para la presidencia: otro tanto hizo el partido Locofoco, lo mismo que el partido Bamburen. Ya ve El Siglo que no se trata de Cámaras: el interes de partido va en linea recta al Presidente, porque el Presidente es el muelle real de toda la máquina; i elejido un Presidente locofoco o demócrata, Ministerio, Cámara de Diputados, mayoría de Senadores, todo ha de ser del color político del Presidente. Si alguna duda queda, veamos mas hechos, i reproduciremos una noticia de diario publicada no ha muchos días.

"El partido Clay en Estados Unidos suscribe en sus banderas: ¡El Arancel! ¡Proteccion a la industria nacional! El partido demócrata, cuyo jefe es Jackson tiene por divisa ¡Agregacion de Tejas! ¡Abajo el Arancel! ¡Libertad de comercio!"

Suponemos que triunfe Clay, como se anuncia. Sigámosle en sus operaciones. Se recibe del mando, nombra sus Ministros de entre los mas exaltados partidarios del arancel, enemigos declarados de la agregacion de Tejas; presenta a las Cámaras sus proyectos de aranceles, su no agregacion de Tejas, que es el grande objeto que lo elevó a la Presidencia. Las Cámaras en uso de esa independencia del Ejecutivo que supone El Siglo, ¿rechazarán los aranceles i se decidirán por la agregacion de Tejas? I el Presidente elevado por la mayoría para realizar aquellos objetos de partidos ¿va a suscribir a otras ideas que no sean las suyas i las de sus electores? ¿No es este el colmo de lo ridículo? He aquí, pues, como El Siglo ha confundido todos los papeles obedeciendo a teorías abstractas i contrarias a los hechos realizados constantemente.

La diferencia primordial entre la República i la monarquía parlamentaria está, pues, en que en la 1.ª la voluntad nacional se espresa por un Presidente, jefe de una administracion entera, cuyo pensamiento, porque es el pensamiento del partido que en las elecciones triunfó, imprime movimientos a las Cámaras, que son la espresion de ese mismo partido, porque está en ella en mayoría; la oposicion i la minoría, i el Senado, son contrapesos que contienen la opinion triunfante en las elecciones.

Es una monarquía constitucional en donde el jefe del poder es inamovible, la voluntad nacional se espresa por medio de la mayoría de las Cámaras, que imponen al rei un Ministerio del color político de la mayoría.

Si el Siglo se ha dejado alucinar con el ejemplo de la Francia, es porque el sistema parlamentario tiene allí que luchar contra un terrible obstáculo, i es el jenio del rei, que contra el principio parlamentario, reina i gobierna a la vez.

Por eso es que aquel gran político trabaja en los colejios electorales para mantener en la Cámara una mayoría que no sea hostil a la política personal del rei, apoyado hoi por Gizot, i combatida por las diversas oposiciones que encabezan Thiers, Lamartine etc., ántes Berrier.

En España, donde no hai un rei jenio, sucede aun en medio de los trastornos lo mismo que en Inglaterra: la mayoría de las Cortes da a la corona el Ministerio, o bien el Ministerio revolucionario la convoca a Cortes nuevas.

Todavía preguntaremos al Siglo: ¿dónde deben estar i dónde están en las repúblicas los hombres mas influyentes, de mas capacidad, de mas prestijio, en las Cámaras, o en los Ministerios i la Presidencia? I si en el Ejecutivo se encuentran, ¿qué uso pueden hacer de esa capacidad superior, de esa influencia i de ese prestijio, sino es para preparar ellos los proyectos de lei, sostenerlos en la Cámara i hacerlos triunfar por medio de las mayorías con que deben contar siempre?

¿Qué gobierno posible encuentra el Siglo entre un Ejecutivo animado de un espíritu i una Cámara de otro distinto?

Para este fin es que se ha hecho temporal i periódica la reeleccion del Presidente i la renovacion de las Cámaras.

No pudiendo saberse a cada hora cuál es el partido dominante en una República, ni por cuanto dominará, se ha convenido que será la espresion de la voluntad nacional la espresion de la mayoría en unas elecciones de Presidentes i renovacion consiguiente de Cámaras por el término de cinco años precisos: tiempo suficiente para que se prepare una oposicion i represente la voluntad nacional, si llega hacer mayoría en las próximas elecciones.

Nosotros dejamos a un lado las pequeñas modificaciones que estas bases jenerales pueden esperimentar i esperimentan en efecto, ya en las Repúblicas, ya en las monarquías.

Hemos querido mostrar al Siglo que su teoría de Cámaras independientes está en oposicion con la verdad demostrada por los hechos en la monarquía i en la República.

En la una la mayoría nacional concretándose en la mayoría de las Cámaras, para ir de allí al Ministerio a confeccionar los proyectos de lei i dirijir la política: en la segunda, la mayoría naciónal concretándose en un Presidente, para que con los Ministros que él escoja, lleve a las Cámaras en leyes i espíritu, las ideas del partido que lo elevó i que necesariamente se halla por la renovacion contemporánea, en mayoría.

I no entienda el Siglo que cuando hablamos de dependencia de la Cámara, lo entendemos en el sentido innoble que ha querido darle la