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EL PAGO
— José Ramos, portero.
— ¿No ha sido llamado?
— No, señor.
El cajero recorrió las pájinas del libro i con voz breve leyó:
— José Ramos, 26 dias a veinticinco centavos. Tiene un peso de multa. Queda debiendo cincuenta centavos al despacho.
La mujer roja de ira, respondió:
— ¡Un peso de multa! ¿Por qué? ¡I no son veinticinco centavos los que gana sino treinta i cinco!
El empleado no se dignó contestar i con tono imperioso i apremiante gritó a traves de la ventanilla:
— ¡Otro!
La jóven quiso insistir, pero los capataces la arrancaron de allí i la empujaron violentamente fuera del círculo.
Su naturaleza enérjica se sublevó, la rabia la sofocaba i sus miradas despedian llamas.