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NOVELA DEL CABALLERO INVISIBLE.

dalquivir, y en las revueltas de un mentiroso, tan bien que se midieron á compas de música. Fuése el juego calentando hasta que los padrinos de un bautismo hicieron las paces de Inglaterra, á cuyo tiempo soltaron el toro del signo, que con su braveza alegró la gente de á caballo. Y un caballero llamado y no escogido dió una lanzada de viña venturosa, porque dió al toro en el gatillo de una escopeta, y le salió á la cola del dragon; tocaron la trompeta del juicio en señal que desjarretasen, cosa fácil por ser tantos contra uno. Empezaron un caracol de escalera bien ordenado, porque el que lo guiaba sabia bien como buen guisado.

Acabadas las fiestas con el dia, llevaron en solemne acompañamiento á los desposados á su casa, donde á todos se dió rica colacion de capellanía, en que hubo cajas de difuntos, canelones de disciplina, y en ricos almíbares limones de carreta, peras de cama, y muchos cubiertos que nadie los veía. Amaneció el alegre dia de la boda, donde juntos los huéspedes se les dió la comida siguiente. Pusiéronles en mesas de escaleras manteles de muralla, cuchillos de capa, limas de herrero; sirviéronles en fuentes de piernas pan de opilados, en bollos de la frente, y roscas de tornillo habia á un lado de la mesa una cantarera que vendia cántaros, con muy curiosos barros en la cara, y en la otra parte muchas macetas de zapatero, con diferentes flores de tahures; sirviéronles pasas de negro, un melon de un corcobado; un adobado de un coleto, un picado del juego, perdigones de plomo, capones de música, gallinas que huyen, una olla del rio, con vaca de una prebenda y carnero de enterrar, manjar blanco como la nieve, y por sainete del convite algunos platos de pescado, en que hubo lenguados de guardar viñas, acedias de estỏmago y pámpanos de parra, y de postre conserva de una flota, con otros dulces de navajas, castañuelas de bailar, nueces de ballesta, manzanas de espadas y peros de inconvenientes, vino quien faltaba, y aguas de diferentes chamelotes.

Alzadas las mesas, y despedidos los huéspedes, quedaron en felice concordia, donde algunos dias se gozaron sin zelos y con amores, dulce golfo de la paz y en medio de este sosiego se les recreció un disgusto, porque el tal caballero se resolvió á ser soldado de una pierna, y dejar su mujer á beneficio de natura, y pasando acaso un tercio de fin de abril, que iba á los estados de hondo, y vió que el capitan mandaba la gineta de silla, y el alférez llevaba la bandera para su ropa, y el sargento á la barda de una huerta. Habló al general, que era un poder para pleitos, y asentáronle la plaza de Vivarrambla. Despidióse de su mujer, diciendo que por ser aquella jornada de pan no la podia excusar. Fué en una compañía de cien infantes, hijos de rey, y marchando en su hilera, que era una que vendia hilo, llegó á su viaje, donde se ofreció salir á una escaramuza picada, donde dió muchas cuchilladas de calzas, y al fin salió con dos heridas mujeres; la una en las espaldas de un monte, y la otra en la coronilla de un pastel, de que vino á morir de otra parte. Ordenó su testamento, y mandó á sus criados muchas cosas de su servicio: salió su alma de cántaro para la gloria de un vencimiento, quedó su cuerpo de libro desalinado, cual rufian, y tendido como camisa al sol; cubriéronlo