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EL PRÍNCIPE FELIZ


los niños se hicieron rosadas, y reían y jugaban en la calle. "¡Ahora tenemos pan!” decían.

Entonces llegó la nieve, y después de la nieve llegó la helada. Las calles parecían como si estuvieran hechas de plata, eran tan brillantes y relucientes; carámbanos de hielo largos como dagas de cristal colgando bajo los aleros de las casas, todo el mundo vestía pieles y los niños llevaban gorros escarlata y patinaban sobre el hielo.

La pobre Golondrina tenia frío y más frío, pero no dejaba al Príncipe, le amaba mucho. Recogió migas fuera de la puerta del panadero cuando el panadero no estaba mirando y trató de mantenerse caliente agitando sus alas.

Pero por fin sabía que iba a morir. Tuvo la fuerza justa para volar hasta el hombro del Príncipe una vez más. "¡Adiós,

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