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Tradiciones peruanas

gos los llamó Caballeros de la capa. El mote hizo fortuna y corrió de boca en boca.

Aquí viene á cuento una breve noticia biográfica de Picado.

Vino éste al Perú en 1534 como secretario del mariscal D. Pedro de Alvarado, el del famoso salto en Méjico. Cuando Alvarado, pretendiendo que ciertos territorios del Norte no estaban comprendidos en la jurisdicción de la conquista señalada por el emperador á Pizarro, estuvo á punto de batirse con las fuerzas de D. Diego de Aliuagro, Picado vendía á éste los secretos de su jefe, y una noche, recelando que se descubriese su infamia, se fugó al campo enemigo. El mariscal envió fuerza á darle alcance, y no lográndolo, escribió á D. Diego que no entraria en arreglo alguno si antes no le entregaba la persona del desleal. El caballeroso Almagro rechazó la pretensión, salvando así la vida á un hombre que después fué tan funesto para él y para los suyos.

D. Francisco Pizarro tomó por secretario á Picado, el que ejerció sobre el marqués una influencia fatal y decisiva. Picado era quien, dominando los arranques generosos del gobernador, lo hacía obstinarse en una política de hostilidad contra los que no tenían otro crimen que el de haber sido vencidos en la batalla de las Salinas.

Ya por el año de 1541 sabíase de positivo que el monarca, inteligenciado de lo que pasaba en estos reinos, enviaba al licenciado D. Cristóbal Vaca de Castro para residenciar al gobernador; y los almagristas, preparándose á pedir justicia por la muerte dlada á D. Diego, enviaron, para recibir al comisionado de la corona y prevenir su anino con informes, á los capítanes Alonso l'ortocarrero y Juan Balsa. Pero el juez pesquisador no tenía cuando llegar. Enfermedades y contratiempos marítimos retardaban su arribo á la ciudad de los reyes.

Pizarro entretanto quiso propiciarse amigos aun entre los caballeros de la capa; y envió mensajes á Sotelo, Chávez y otros, ofreciéndoles sacarlos de la meuesterosa situación en que vivian Pero en honra de los almagristas es oportuno consiguar que no se humillaron á recibir el mendrugo de pan que se les quería arrojar.

En tal estado las cosas, la insolencia de Picado aumentaba de día en día, y no excusaba manera de insultur á los de Chile, como eran llamados los parciales de Almagro. Irritados éstos, pusieron una noche tres cuerdas en la horca con carteles que decían: Para Picarro. Para Picado.

Pura Telúcques.

El marqués, al saber este desacato, lejos de irritarse dijo sonriendo:

—l'obres! Algún desahogo les hemos de dejar y bastante desgracia tienen para que los molestemos más. Son juga lores perdidos y hacen extremos de tales.