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Ricardo Palma

de Calatrava, y las naves se hicieron á la vela en demanda de los piratas, llevando por capellán mayor al franciscano fray Bernardo de Gamarra y ocho religiosos más de las comunidades seráfica y dominica.

Parece que D. Rodrigo de Mendoza no era el hombre que tan peligrosas circunstancias requerían; pues hasta abril de 1615, en que regresó al Callao, se anduvo paseando el mar sin tropezar con los piratas, que seguían haciendo frecuentes desembarcos en la costa y saqueando puertos que era una maravilla.

Súpose con fijeza, á principios de mayo, que los piratas con ocho bajeles hacían rumbo al Callao; y el virrey ordenó á nuestra escuadra salir al encuentro de ellos, trabándose la lid frente á Cañete, á noventa millas poco más ó menos de Lima.

Jill ming Granbyl Jaff Bold El combate duró cinco horas y fué reñidísimo. En cada uno de los cinco buques españoles iban dos ó tres frailes que, con una cruz en la mano, exhortaban á nuestros improvisados marinos á no rendirse á pesar de la incuestionable superioridad de los holandeses en número, armas, disciplina y condiciones marineras de sus naves.

El marqués de Montesclaros, undécimo virrey del Perú Hubo un momento en que la victoria pareció inclinarse á favor de España; porque el navío almirante de Spitberg, buque de mil cuatrocientas toneladas, fué abordado por nuestra capitana al mando de D. Rodrigo de Mendoza y de su segundo Palomeque de Aluendín. Desarbolados ya dos de los buques de nuestra escuadra y yéndose á pique el otro, los del enemigo, aunque bien maltratados, acudieron en socorro de la almiranta, esterilizando las ventajas que en el abordaje comenzaban á tener los nuestros,