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Tradiciones peruanas

TRADICIONES PERCANAS no de la joven. Rechazada su pretensión por el orgulloso monarca, cuya sangre, según las leyes del imperio, no podía mezclarse con la de una familia que no descendiese directamente de Manco Capac, el enamorado cacique desapareció una noche del Cuzco, robándose á su querida Cusicoyllor.

Durante cinco años fué imposible al inca vencer al rebelde vasallo, que se mantuvo en armas en las fortalezas de Ollantaytambo, cuyas ruinas son hoy la admiración del viajero, Pero Rumiñahui, otro de los generales de Pachacutec, en secreta entrevista con su rey, lo convenció de que, más que á la fuerza, era preciso recurrir á la maña y á la traición para sujetar á Ollantay. El plan acordado fué poner preso á Ruminahui, con el pretexto de que había violado el santuario de las vírgenes del Sol. Según lo pactado, so le degradó y azotó en la plaza pública, para que, envilecido así, huyese del Cuzco y fuese á ofrecer sus servicios á Ollantay, que viendo en él una ilustre víctima a la vez que un general de prestigio, no podría menos que dispensarle entera confianza. Todo se realizó como inicuamente estaba previsto, y la fortaleza fué entregada por el infame Kumiñahui, mandando el inca decapitar á los prisioneros (1).

Un leal capitán salvó á Cusicoyllor y su tierna hija Imasumac, y se estableció con ellas en la falda del Laycacota y en el sitio donde en 1669 debía erigirse la villa de San Carlos de Puno.

Concluía la anciana de referir á su hijo esta tradición, cuando se pre(1) Sobre este argumento, el cura de Tinta D. Antonio Valdez escribió por los años de 1780 un drama en lengua quechua, el cual se representó en presencia del rebelde inca Tupac—Amaru.—Tschudí, Markham, Nadal, Barraca y muchos americanistas se empeñaron en Fostener que el drama Ollanta había sido compuesto en los tiempos incásicos, y que era, por consiguiente, un monumento literario anterior á la conquista.

Traducido en verso por un poeta peruano, Constantino Carrasco, publicó el autor de estas TRADICIONES un ligero juicio crítico, en el que se atrevió á apuntar (alegando muy al correr de la pluma varias razones en apoyo de su opinión) que el Ollanta era ni más ni menos que comedia española, de las de capa y espada, escrita en voces quechuas; y que, aunque lo diga Garcilaso, que no pocos embustes estampó en los Comentarios reales, los antiguos peruanos estuvieron muy lejos de cultivar la literatura dramática. Tanto osamos escribir, y se nos vino la casa á cuestas..... Hasta de mal patriota uos acusó un quechuista; y un Sr. Pacheco Zegarra, entre otros cultos piropos, nos llamó ignorante y charlatán. Con razones de ese fuste nos dimos por convencidos de que habíamos estampado un disparate de á folio. Pero en 1881, el literato argentino D. Bartolomé Mitre, en un serio y extenso estudio, con gran copia de pruebas y con sesuda argumentación puso en transparencia la filiación genuinamente española del drama Ollanta en su fortua, en su fondo y hasta en sus elementos lingüísticus.