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Tradiciones peruanas

VI

DONDE SE ECLIPSA LA ESTRELLA DE SC EXCELENCIA Después de diez y seis años de gobierno, sin contar los que había pasado en la presidencia de Chile, el conde dle Superunda, que había solicitado de la corte su relevo, entregó el mando al Excmo. Sr. D. Manuel de Amat y Juniet el 12 de octubro de 1761.

El de Superunda es sin disputa una de las más notables figuras de la época del coloniaje. Á él debe Chile la fundación de seis de sus más importantes ciudades, y la historia, justiciera siempre, le consagra páginas honrosas. El pueblo nunca es ingrato para con los que se desvelan por su bien, halagüeña verdad que por desgracia ponen frecuentemente en olvido los hombres públicos en Sur—América. Manso, mientras ejerció la presidencia de Chile, fué recto en la administración, conciliador con las razas conquistadora y conquistada, infatigable en promover mejoras materiales, tenaz en despertar en la muchedumbre el hábito del trabajo.

Con tan dignos antecedentes pasó al virreinato del Perú, en donde se encontró combatido por rastreras intrigas que entrabaron la marcha de su gobierno é hicieron inútiles sus buenas disposiciones. Por otra parte, su antecesor le entregaba el país en un estado de violenta conmoción.

Apu Inca, al frente de algunas tribus rebeldes y ensoberbecidas por poqueños triunfos alcanzados sobre las fuerzas españolas, amenazaba desde Huarochirí un repentino ataque sobre la capital. Manso desplegó toda su actividad y energía, y cn breve consiguió apresar y dar muerte al caudillo, cuya cabeza fué colocada en el arco del puente de Lima. No se nos tilde de faltos de amor á la causa americana porque llamamos rebelde á Apu Inca. Las naciones se hallan siempre dispuestas á recibir el bienheclior rocío de la libertad, y en nuestro concepto, dando fe á documentos que hemos podido consultar, Apu Inea no era ni el apóstol de la idea redentora ni el descendiente de Manco Capac. Sus pretensiones eran las del ambicioso sin talento, que usurpando un nombre se convierte en jefe do una horda. El proclamaba el exterminio de la raza blanca, sin ofrecer al indígena su rehabilitación política. Su causa era la de la barbarie contra la civilización.

Cansado Manso de los azares que lo rodeaban en el Perú, regresábaso á Europa por Costa Firme, cuando, por su desdicha, tocó el buque que lo conducía en la isla de Cuba, asediada á la sazón por los ingleses.

D. Modesto de la Fuente en su Historia de España trae curiosos pormenores acerca del famoso sitio de la Habana, en el que verá el lector