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Ricardo Palma

respetos á los fueros de la historia y la sombra de Rodil no tendrá derecho para querellarse de calumnia y dar de soplamocos á la mía cuando ambas se den un tropezón en el valle de Josafat.

«Basta de preámbulo y al hecho!,» exclamó el presidente de un tribunal, interrumpiendo á un abogado que se andaba con perfiles y rodeos en un alegato sobre filiación ó paternidad de un mamón. El letrado dijo entonces de corrido: El hecho es un muchacho hecho; el que lo ha hecho niega el hecho: he aquí el hecho.»

I

Con la batalla de Ayacucho quedó afianzada la independencia de SudAmérica. Sin embargo, y como una morisqueta de la Providencia, España dominó por trece meses más en una área de media legua cuadrada. La traición del sargento Moyano, en febrero de 1824, había entregado á los realistas una plaza fuerte y bien guarnecida y municionada. El pabellón de Castilla flamcaba en el Callao, y preciso es confesar que la obstinación de Rodil en defender este último baluarte de la monarquía rayó en heroica temeridad. El historiador Torrente, que llama á Kodil el nuevo Leonidas, dice que hizo demasiado por su gloria de soldado. Stevenson y aun García Camba convienen en que Rodil fué cruel hasta la barbarie, y que no necesitó mantener una resistencia tan desesperada para dejar su reputación bien puesta y á salvo el honor de las armas españolas.

Sin esperanzas de que llegasen en su socorro fuerzas de la península, ni de que en el país hubiese una reacción en favor del sistema colonial, viendo á sus compañeros desaparecer día á día, diezmados por el escor buto y por las balas republicanas, no por eso desmayó un instante la indomable terquedad del castellano del Callao.

Mucho hemos investigado sobre el origen del nombre Callao que lleva el primer puerto de la república, y entre otras versiones, la más generalizada es la de que viene por la abundancia que hay en su playa del pequeño guijarro llamado por los marinos zahorra ó callao.

A medida que pasan los años, la figura de Rodil toma proporciones legendarias. Más que hombre, parécenos ser fantástico que encarnaba una voluntad de bronce en un cuerpo de acero. Siempre en vigilia, jamás pudieron los suyos saber cuáles eran las horas que consagraba al reposo, y en el momento más inesperado se aparecía como fantasma en los baluartes y en caserna sus soldados. Ni implacable peste que arrebató á seis mil de los moradores del Callao lo acometió un instante; pues Rodil había empleado el preservativo de hacerse abrir fuentes en los brazos.

Rodil ora gallego y nacido en Santa María del Trovo, Alumno de la

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