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A tí, vil carne, podredumbre inerte,
Que volverás bien pronto á lo que fuiste,
Al seno de la gran naturaleza,
Con la arcilla, la lluvia, el agua, el viento,
Vana sombra á los ojos del Dios vivo;
A ti que hoy eres fango y serás polvo,
El reino de los Santos en la altura?
El león, el asno, el águila y el perro,
Di ¿qué es todo esto ante la muerte? Nada!
— Señor, el Cuervo dijo, hablais como hombre
Que espera despertar del postrer sueño;
Mas yo Reyes he visto, y vi naciones,
Que en la obscura morada permanecen.
De ellos, señor, bastantes he comido,
Cuerpo y alma á la vez, de un solo golpe.
— Pagano vil. el viejo Abad repuso,
Cuando el cuerpo ha caído, el alma pura,
Sube al cielo con álas invisibles,
Como blancas palomas, los espíritus
Giran al sol eterno en los espacios!
En verdad, te lo digo.
—Yo lo dudo,
El Cuervo murmuró, mas, en fin, sea!
Si lo que asegurais es tan notorio:
¿Quereis oirme por un breve instante?