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Donde inertes, inmundos animales,
Sus contornos mostraban entre el cieno.
Osos, grandes lagartos, elefantes
Inmensos, sobre el fango corrompido,
Águilas gigantescas, fatigadas
De vagar por las nubes, que las cimas
De las rudas montañas no encontraron,
Toros abriendo las enormes fauces,
Leviatanes rendidos por las olas,
De la tierra, los viejos pobladores,
Llenaban todos, el pantano inmundo,
Y de vapores cálidos los vientos.
Y como sé que pasto de los vivos,
Los muertos son, Abad, por muchos años
Habité allí, contento de la suerte,
Y del trabajo de la mar ; que á todos,
Hombre ó cuervo, comer es agradable,
Si extremado apetito nos acosa.

Muchos soles, después, en mi morada,
Se deslizaron para mí tranquilos,
Cuando una tarde vi desde la cima
Del árbol secular, hacia el Oriente
Por insólitas llamas inflamado,
Poderoso fantasma, que en las nubes,