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La fortuna y el talento
Del augusto soberano.

Pero seres malhadados, pero seres maldecidos,
Misteriosos enlutados,
En las sombras escondidos,
Asaltaron del Monarca la gloriosa investidura.
¡Ah lloremos! ¡Ya en su frente no fulgura la mañana!
Ya no luce en torno suyo
Su brillante corte altiva — su valiente corte ufana —
Y no resta de su orgullo —
De su orgullo y de su historia, que les vientos se llevaron
Más que fúnebre memoria
Que los siglos disiparon.

Y si hoy cruza algún viajero
Por el valle — antes hermoso —
Ve por rojizas ventanas un fantástico hervidero
De mil formas que se agitan con estrepito espantoso;
Y en la rápida corriente de las ondas encrespadas —
Ondas lúgubres de un río —
Ve rodando eternamente, ve rodando en el vacío,
Un tumulto repelente, con sonoras carcajadas!