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EL CIEGO

De tres leones por su mano heridos
Armaba sus ijares y su seno.
Encorvado, una roca levantando,
Imprudente Bianor, es sorprendido
Por Hércules divino, que sepulta
En un vaso de bronce antiguo, inmenso,
Herida con la clava, su cabeza;
Y ceden al furor del bravo Alcides
Licotas, Clamis, Demoleón, Rifeo,
Que ostentaba en sus crines orgulloso
El heredado brillo de las nubes.
De doble lid Eurínomo sediento,
Mueve sus pies en raudo torbellino,
De Néstor sacudiendo la arımadura
Con repetidos golpes: huye el duro
Yélope, y con el brazo levantado
Espera el ágil Crántor la embestida;
Mas súbito Eurinomo se interpone
Y va á hender con el leño su cabeza:
Viólo el hijo de Egeo ensangrentado,
Y del ara arrancó una ardiente encina;
Lanzó grito terrible; de su espalda
Nunca domada, las flotantes crines
Asió veloz, y sepultó en su boca,
Abierta con esfuerzo poderoso,
La llama juntamente con la vida;