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NAPOLEÓN II

Y como el cuello inclina
El caballo, si el amo se avecina,
Sumisas murmuraban las ciudades:
"Algo se anuncia que á la tierra asombre.
¿Qué será lo que Dios depara á ese hombre,
Señor de las terrenas potestades,
Que ha cifrado en su nombre
El destino del orbe y las edades?"

Rásgase de repente,
Cuando así susurraban las naciones,
La nube densa de terror preñada,
Y descubrió lo que su seno encierra.
Con regio orgullo y paternal cariño
César levanta un niño;
Saluda á un niño la asombrada tierra.

A cuyos vagidos débiles,
En el palacio de Inválidos,
Bajo las doradas bóvedas
Tiemblan los cautivos lábaros,
Como se agita mies trémula
Batida por vientos rápidos;
Y cien cañones terríficos
Hacen resonar los ámbitos.

¡Ved á Napoleón! ¡Cuán satisfecho,
Inflada la nariz, tiende arrogantes
Sus brazos, no cual antes
Cruzados sobre el pecho!
¡Cómo en alto sostiene