Página:Una traducción del Quijote (1).djvu/36

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venidas de los criados, las faenas de los jardineros que arrancaban las yerbas parásitas en la estufa del parque, y limpiaban las estatuas. ¡Aquí está! me dije con el corazón palpitante de alegría, y esperaba verla aparecer como una estrella después de un inmenso nublado.

Asi esperé dos dias: dos dias de mortal impaciencia, hasta que por fin... Pero no quiero anticiparte mi felicidad, gozo al recordarla y al trasmitírtela. ¡Qué noche, querido Pablo, qué noche tan llena de vida y de emociones! En la pasión del juego debe haber cosas parecidas á las que yo sentí en aquella noche eterna en mi memoria.

Fuí por primera vez al teatro Imperial y quedé deslumbrado al aspecto de aquella sala magnífica. Pero en medio del arrobamiento que embriagaba mis sentidos, me asaltaron crueles ideas... Al ver reunidos en aquel sitio los favoritos del nacimiento y de la fortuna, sentí toda mi pequeñez; comprendí la inmensa distancia que de ellos me separaba. Un profundo abatimiento se apoderó de mí; una sensación de envidia, de orgullo humillado, me atormentó en lo más intimo del alma... ¡Ah! pensaba yo, ¿qué es la vida sin los goces que ahora se me revelan? ¿Cómo podré romper la valla que me aparta de ese mundo del que me separa tan inmensa distancia? Y en medio de estas dolorosas reflexiones, la imagen de María, de María que vive entre esos privilegiados de la sociedad, se me representó para aumentar mi tristeza y desaliento... Si al ménos la viese... ella debe venir aquí, ese mundo es el suyo... el suyo ¿y por qué? ¿Porque no ha nacido pobre como yo? entónces... pero no; prefiero que no sea mia nunca. Ella debe vivir dichosa, elevada sobre los demás. No debe oír más que suaves y poéticas palabras, no debe pensar en los innobles cuidados de la vida. ¿Yo no puedo elevarme hasta ella? ¿Pues bien, la amaré desde lejos y en silencio. Seré feliz con su dicha, gozaré viéndola admirada por todos; reconcentraré en ella todos los amores que los demás sienten hacia su familia, y seré feliz si alguna vez recompensa mi pasión con una de sus miradas, de aquellas dulces miradas...

Mas ¡ah! el espectáculo comienza, las notas de la orquesta se elevan vibrántes y sonoras. Se alza el telón: cien voces unidas á otros tantos instrumentos inundan el teatro en torrentes de armonía... ¡Qué cosa tan hermosa! ¡Cómo podré expresar el éxtasis que se apoderó de mi! ¡Aquellos sonidos, ora suaves como un lamento, ora bulliciosos como una exclamación de alegría, resonaron en mi