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Tres días después de llegar á los toldos, dicho Oficial, manifestó á Foyel, que habiendo ya descansado creía era tiempo de ponerse en camino.

Foyel contestó, que estaba dispuesto, pero que antes tenia que arreglar sus cargueros.

Pocos dias mas tarde, urgido por el Teniente Enseis, dijo que antes de abandonar sus campos, tal vez para siempre, quería despedirse de ellos organizando una fiesta.

A todo esto no opuso objeciones el oficial, pero ya empezó á comprender la mala voluntad de los indios y de que quizas le preparaban una mala pasada.

Así era en efecto, pues supo por investigaciones de Chiquichano y de otro baqueano indio que le acompañaban, que los salvajes alistaban sus armas preparándose á un combate que probablemente se produciría al siguiente dia, valiéndose para ello del asalto y la traición.

Dándose cuenta el Teniente Enseis de su crítica situación, rodeado por una tribu numerosa y aguerrida, sin mas elementos que veinte y cinco soldados de caballería con los cuales le era imposible hacerlos prisioneros, no trepidó en tomar la iniciativa.

En consecuencia, preparado de antemano asaltó los toldos, en cuanto aclaró el dia, logrando dominar á la mayoría que condujo sometida hasta la Colonia.

Hasta aquí la relación que me hicieron mis compañeros de viaje, y habiendo observado personalmente el campo, colegí que el incidente debia haberse producido de esta manera.