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¿En qué circunstancia, habia contemplado aquellos semblantes movibles como la ola que se quiebra en las playas?

¿Y Seele? ¿dónde está Seele? —"Seéle!! Seéle!!"

Nada! Seele no contesta.

Un momento mas, y me habré confundido con aquel caos humano.

Pero antes de llegar al límite de mi vuelo, el descenso se verifica en espirales, y en tanto se van estos reduciendo, observo la ciudad, cuyas calles estrechas, irregulares edificios y numerosos templos evocan inútilmente un recuerdo aletargado en la noche profunda del olvido.

Allí no se distinguen como en Theosophopolis, dos agrupaciones perfectamente características: al lado del palacio se vé la humilde choza, y junto al foco de los placeres y de las alegrías, el sombrío recinto de los dolores.

En los semblantes de la aglomerada poblacion, no se podrian señalar los rasgos del tipo nacional, absorvido, devorado por el torbellino de un cosmopolitismo inexplicable. Insisto en este punto: el elemento indígena constituye la minoría.

Pero hé aquí que se me ocurre paralizar la fuerza del descenso. ¿Podré elevarme á las altas regiones una vez que haya llegado al suelo? Lo ignoro.

Así pues, prefiero mantenerme en suspension, y esperar el momento oportuno.