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CAPÍTULO XXXVII
revelacion dolorosa

Un sordo mormullo llega hasta mí.

¡El pueblo me ha adivinado!

Mi nombre, mil veces repetido, sube en los aires en confuso clamoreo.

No importa.—leamos esta carta. Ah! es del Doctor.

"Mi situacion es penosa" dice en ella el Doctor, "no porque entre la tierna Sophopolita y yo exista desavenencia alguna, sino por la presencia inexplicable de las luces fatídicas de ciertos Theopolitas en torno de mi morada. No sé qué creer. ¿Hubiera sido mejor aceptar el consejo de Seele cuando me invitó á pasar la vida en el Nevado? Lo ignoro. ¿Qué se proponen los Theopolitas? ¿qué buscan cerca de mi mansion? Un presentimiento terrible me abruma, y este presentimiento que no me atrevo á formular, podría desvanecerlo Seele. ¿Pretenden acaso renovar la generacion, y toman por primer blanco la esposa de un habitante de la Tierra recien consagrado en Marte? Preguntádselo á Seele preguntádselo, Nic-Nac. Durante el primer tiempo he vivido léjos de Sophopolis;—mas tarde he vuelto á la ciudad, pero esta medida no ha bastado para alejar los resplandores fosforescentes. Todos