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—"Nuestra presencia es la causa de esta ajitacion, y no cesará hasta que el génio de esta montaña consagre nuestra existencia en el planeta. Nuestro traje negro, talar, causa aversion á todos los seres de este astro, por eso veis la vejetacion triste, los animales aturdidos, y hasta el aire, sustancia insensible, ajitarse en confusos y oscuros torbellinos."

—"Y el génio de la montaña?"

—"Habita las profundas cavernas del coloso, los antros inaccesibles á aquellos que ya han sido consagrados."

La ascension continuaba, y al llegar á las nieves perpétuas, dijo Seele:

—"Por aquí, señor Nic-Nac, por aquí."

Y penetrando en una oscura galería, seguí á Seele, ó mas bien seguí un vago resplandor, una vislumbre indecisa que rodeaba su cuerpo á la manera de una niebla fosforescente.

Estaba transfigurado.

Observé que descendía, que bajaba siempre.

Una vislumbre mas blanca, ménos verdosa que la aureola de Seele, se destacó súbitamente entre la negra oscuridad.

—"Hemos llegado," dijo Seele, penetrando en un antro vastísimo, iluminado por un intenso resplandor. "He aquí donde se Martifican los espíritus-imájenes de la Tierra. Silencio!"

Levanté la vista y miré...... y ví no sé qué cosa extraña y luminosa.