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dicaba notablemente a las demas fracciones del pais que se hallaban fuera de su círculo. Las inmensas riquezas que la Orden habia acumulado en Chile en un siglo i medio, dejaban presentir que este predominio estaba por venir. Aun en Chiloé se hizo notar su tendencia a adquirir tierras. Los misioneros jesuitas adquirian esas propiedades en contravencion a las leyes que lo prohibian [1]. El gobierno hizo bien pues en reaccionar contra una institucion que estaba formando, tal vez involuntariamente, un estado dentro del que existia de derecho.

Habia ademas otro motivo que ofendia el pundonor español i pugnaba con las leyes de la Colonia. La Compañia admitia en su seno i llevaba a la América todo clase de extranjeros que juzgara aptos para su servicio, entre ellos a muchos alemanes. Se calcula que el número de jesuitas de nacionalidad alemana, que se hallaba en Chile a la época de la espulsion, ascendia a cerca de la tercera parte del número total. En Chiloé se hallaban tambien en la misma proporcion; fuera de los ya nombrados, los anales de la Orden rejistran algunos otros. El gobierno español por principio no toleraba a estranjeros en sus dominios. El crecido número de jesuitas alemanes era por consiguiente contrario a las leyes i usos de la América.

Con la espulsion de los jesuitas, las colonias quedaron libres de la mayor parte de este elemento estraño. El rei no satisfecho con esta espurgacion, ordenó luego despues que los pocos extranjeros pertenecientes a las otras órdenes relijiosas fueran espatriados tambien "por estar desnudos de afecto a la nacion i preocupados de pasiones contrarias a la soberania (Barros Arana)" [2].

Es evidente pues que el golpe dado a la Compañia iba dirijido en buena parte contra el elemento estranjero que militaba en sus filas. El rei manifestaba con estos medidas violentas que temia a los estranjeros. No solo desconfiaba de su lealtad de súbditos, sino que temia tambien que minarian con el tiempo el sistema de aislamiento que mantenia a sus posesiones de ultramar separadas del resto del mundo. No se fijaba que esta reclusion forzada impedia su desarrollo, ni adivinaba que habia de ser la causa que ellas se perdieran mas tarde para la Monarquia.

La aversion contra los estranjeros se reflejó tambien en el recibimiento brusco que el orgulloso virei Amat hizo en Lima a los padres alemanes Weber i Weingartner al venir de Chile i ademas en la encarcelacion, que acabamos de relatar, de los cinco jesuitas alemanes traidos de Chiloé.

Se habia lanzado contra estos inofensivos relijiosos la tremenda acusacion de haber intentado a vender este precioso archipiélago, "la llave del Pacifico", a los ingleses. El odio oficial de las autoridades contra los jesuitas estranjeros tomó en esta medida una forma mas concreta, puesto

  1. Cédula real del 11 de mayo de 1697 en Gay, Historia t. III p. 358.
  2. l. c. t. VI p. 304.