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ciones amistosas con ellos i agasajándolos, lograron inducir a once personas a embarcarse para venir a Chiloé.

Habiendo conseguido el objeto de su viaje, dieron la vuelta por el mismo camino de la ida. Al llegar "al comienzo del Desecho hallaron en un rancho una carta del P. Fr. Francisco Menendez, por la que vieron los esperaba en la laguna de San Rafael: gozosos con tan plausible noticia pasaron el desecho i encontraron a dicho Relijioso en la escalera". Era este el primer viaje emprendido por nuestro héroe, quien deseoso, sin duda, desde hace tiempo de efectuar uno, pero impedido por su ministerio de la mision circular durante la estacion oportuna para viajar, aprovechó al fin la ocasion, que se ofreció, de ir al encuentro de los espedicionarios, por si hubieran sufrido algun contraste.

Continuando el viaje, atravesaron con felicidad el golfo de Huaitecas i llegaron a la ciudad de Castro el dia 7 de marzo de 1779, siendo recibidos con la misma solemnidad como a la salida. "Con aquellas almas que traxeron nuestros Relijiosos dieron por bien empleados todos los trabajos en los quatro meses y 18 dias que emplearon en tan penosa y arriesgada expedicion".

Menendez habia logrado la oportunidad de hacer un viaje, haciendo su estreno en la carrera en que habia de continuar i distinguirse de un modo sobresaliente. Parece que en ese instante se despertó en él la pasion por los viajes, lo mismo que un siglo antes en su antecesor i émulo Mascardi. Sus superiores no dejarian tampoco de reconocer su talento especial para estas empresas, porque quedó desde entonces el viajero obligado de los franciscanos, no haciéndose ya ninguna espedicion que no fuera dirijida por Menendez.

La espedicion de los padres Marin i Real habia despertado sin duda un vivo interes por estas empresas. Se habian quedado en el Sur algunos indios que convenia atraer a la relijion i a la vida civilizada. Si esta medida no era tal vez justificada por coartar su libertad, de modo que Fitzroy i Darwin la reprueban, la vida demasiado miserable que llevaban estas tribus, acosadas casi constantemente por el hambre (Garcia), la recomendaba, sobre todo al tener presente que no se usó ninguna clase de coercion para llevarlos de su suelo natal.

Sea como fuera, en octubre del mismo año zarpó una nueva espedicion para el mar de Guayaneco. Ella iba a cargo de Menendez. No conocemos las razones que hayan influido para que no la hiciera Fr. Benito Marin. En cuanto a Fr. Julian Real, sabemos que se hallaba ausente, habiéndose retirado poco ántes a Ocopa por enfermedad [1].

Moraleda tuvo a la vista un diario de Menendez de esta nueva espe-


  1. De una lista de los misioneros formada por Menendez en 1784, que comunicaremos mas adelante, consta que Fr. Julian Real, volvió a Chiloé i se hallaba estacionado en esa época en San Cárlos.