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Vidas de argentinos ilustres.

constituye un verdadero triunfo para un político inteligente y civilizado.

Mientras tanto, el doctor Adolfo Alsina, su ministro de la guerra, daba principio á la conquista del desierto, grandiosa obra de utilidad nacional que consumó bajo un plan más vasto el general Julio A. Roca, quien sucedió á Alsina en la cartera de guerra y marina. La suma de riqueza que representa semejante conquisa es invalorable: por lo pronto, valió la adquisición de 18,000 leguas y la supresión casi completa de las excursiones devastadoras del salvaje, de que hoy ya no tenemos ni noticia siquiera.

La revolución vencida en 1874, renaciente y aplacada por la conciliación de 1878, estalla de nuevo ni 1880; y Avellaneda vuelve á contemplar el país al fin de su gobierno como lo viera al principio, sumido en esta vergüenza de la civilizacion hispano-americana que se llama la revolución, y que no es otra cosa sino la anarquía latente mantenida y fomentada por partidos personales y por el predominio de la gente de espada en la dirección general de la política nacional.

« Apenas vió amenazada la autoridad que los