Recordación Florida/Tomo II Libro XI Capítulo I

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LIBRO XI.

CAPÍTULO PRIMERO.


En que se describe el Valle de las Vacas y lo perteneciente á la calidad y naturaleza de su territorio.


Entre los conquistadores y pobladores de buena fama y de excelente nombre, que pasaron á la peligrosa y ardua conquista de este Reino, uno de ellos fué Héctor de la Barreda, ya por mí anotado y referido en la clase veintinueve de la descendencia y varonía de estos conquistadores, y éste fué caballero verdaderamente glorioso en sus hazañas, de espíritus marciales y pensamientos belicosos, de inmensa y peregrina esfera en el concepto de sus máximas, que volteaban sobre la basa de escelentes ideas, que fijas y inalterables en sus pensamientos de generoso principio le hicieron memorable el las más arriesgadas empresas del rendimiento de estas tierras, con peregrinas hazañas y méritos memorables; dejando herederos y enriquecidos de proezas ilustres á sus beneméritos descendientes, que hoy se conservan con nombre muy apagado en este Valle de las Vacas, representando su varonía D. Sebastián de la Barreda y D. Diego, su hermano. Tomó este valle este accidental pronombre, por causa de que este excelente caballero, por hacer mayor el esplendor de sus loables méritos, envió á la Habana á su costa por cantidad de vacas; y habiendo llegado, se detuvieron y apastaron en tierras de su repartimiento, que son las de este valle, que desde esta ocasión conserva esta memoria en su antiquísimo y perpetuo pronombre; cuya antigua tradición es común y generalmente notoria, y corre frecuentemente entre los hombres más ancianos y de mayor veneración y crédito. Por el año de 1530, consta del Archivo de mi Cabildo[1] que sólo este caballero tenía este género de ganado, y que un toro valía veinticinco pesos de oro marcado de ley perfecta. Hoy vale por tres pesos de plata, escogido entre millares.

Corre la situación de este territorio en lo tendido de una lisa y desenfadada llanura, que en su saludable horizonte goza entre el Sur y el Norte, Oriente y Occidente más del favorable clima de Levante y de la Tramontana, que del Mediodía y Occidente; quedando entre el Sur y el Ocaso ceñido de los valles de Canales y Mixco, como contiguo y sucesivo con una y otra parte y pertenencia de tierras y linderos.

De crasa y fértil naturaleza se muestra la calidad de su terreno, abundante y próvido en la sustancia de sus fecundos y copiosos pastos, siempre acomodados y siempre útiles a la crianza y procreación de toda suerte de ganados; pero siempre peligroso y funestado para la producción y colmo del grano y semillas de trigo, excepto el del maíz, que es fuerte y recio en su naturaleza para resistir á la injuria de la estación temporal, destemplada y fría, con inclemencia de hielos al tiempo de la granazón y colmo de las delicadas mieses; con cuyo conocimiento se mira como inútil para los sembrados de trigo y cebada.

Mas aunque se mira desfavorecido por este lado de la providencia de la naturaleza, por otras excelentes y propias calidades se ve atendido y colmado de otros generosos dones que le enriquecen, y proveen de útiles materiales á esta ciudad de Goathemala, de donde está apartado este alegre y despejado valle distancia de ocho leguas; corto y acomodado tránsito á la conservación y seguridad de su comercio, que hoy se ve como exhausto á causa de la cortedad de los ánimos y de la ya casi destruída y mísera vecindad de su dilatado y extendido contorno, que se dilata en su alegre y llana circunvalación por término espacioso de treinta hermosas útiles leguas.

No se halla en todo el dilatado contorno que compone aquel maravilloso valle mas poblazón que una de Españoles, abajo en el río, y desviada del sitio de la parroquial mucha distancia de camino, que es el agro y topadero de los RR. Obispos; pero estos míseros Españoles dan por disculpa el tener ya en aquellas vegas sus casas y milperias, y que si les hiciesen otra poblazón arriba en el llano cerca de la iglesia también se mudarían: y á la verdad no falta razón al celo pastoral y cuidado de aquellas almas, porque allí estan sin justicia, ni aun la de un alguacil mayor que los ponga en advertencia de su obligación, y por este defecto suceden allí algunas cosas muy contra el uso de ambas majestades y quedan sin remedio. Fuera de éste hay otro gremio de mestizos y mulatos, entre estos Españoles, y éstos componen la poblazón del Carmen, y en su feligresía el limitado y breve número de cincuenta vecinos Españoles que a lo favorable y sano de su igual y excelente temperamento pudiera hallarse más solicitado su territorio por muy útil y conveniente habitación; pues se ven en este siglo que en el país hay personas de más de cien años de edad, que en estos tiempos es lo que en otro la de Matusalén ó la de Juan de Temporibus, y hoy no sólo admirable, sino como extraño á la debilidad de la naturaleza; pero esta vecindad no se aumenta por falta de fomento, porque no hay conveniencia de caudal sin principio.

Tiene otra poblazón de indios laborios con la advocación de la Asención del Señor, que yace sita arriba de la llanura, más cerca de la situación de la iglesia parroquial. Tiene un alcalde que los gobierna á su modo, y ya, aunque sea menos regular que lo que se necesita en distribución de justicia, tienen justicia, á distinción del pueblo de las Vacas fundado de Españoles sin superior á quien obedecer en nombre y contemplación de S. M., y como tengo dicho, es uno de los acíbares y gusanos que roen y amargan a las conciencias celosas de los RR. Obispos de esta iglesia; pues este de las Vacas no sólo no tiene alcaldes, pero ni alguacil mayor, ni menos nombrado por los corregidores del valle, que les refrene sus pasiones: pues de haber de escribirse lo que en este lugar y otros se ejecuta, fuera el discurso tan prolijo que ocupara lo más de esta obra. Perdone el amor propio, que es Dios primero; y como quiera que no corté la pluma para escribir novelas, sino historia adornada de verdades, no puedo por respetos humanos dejar de decir lo que se salta á los ojos como proposición irrefragable. Estos indios de la Asención son los que verdaderamente mantienen aquello, sirven á su cura y asisten al culto y ornato de aquel sagrado templo de Nuestra Señora del Carmen: sea Dios bendito, porque libres de la sujeción del demonio, de que los libertaron aquellos primeros y esclarecidos conquistadores, ahora están dados á los empleos del culto del verdadero Dios.

Entre las conveniencias que ofrece la capacidad de sus bosques, es una copia inagotable de pinos de grande elevación y corpulencia, que sirven para los edificios de Goathemala en vigas, pilares, y otras cosas pertenecientes á el arte de la edificación, con gran facilidad al conducirlos, sin pérdida del material ni de los bueyes que sirven á la rastra; no siendo de menor conveniencia á los paisanos la cantidad de piedra de caliche que franquea á la voracidad de infinitas caleras, que siendo la cal que en ellos se quema la de mejor y más aprobada calidad, y por esta razón más apetecida y solicitada para los más costosos edificios de esta ciudad, es en grande suma los obradores que cada vecino de aquéllos tiene y arma de este género; porque á esto ayuda no sólo el material de caliche que aquellos montes les ministran, sino también la fácil y abundante disposición con que los mismos montes franquean liberales muchísima excelente trocería de madera aptísima y propicia para este efecto, en cuyo corte se encuentra muchísima copia de corchos de abejas en capacísimos y crecidos troncos de encinas y robles, que además de proveer y poblar los colmenares caseros de aquellos vecinos, queda mucha cantidad de ellos, que venden á los demás pueblos y haciendas de aquel sitio, con que tienen una convenientísima y acomodada disposición para acaudalar mucho: así se poblara mejor como el país es admirable y prodigioso.

  1. Libro II de Cabildo, fol. 4 vuelto.