Elementos de economía política: 72

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Capítulo XIX : Análisis del consumo.[editar]

    • I. Nociones generales sobre el consumo.
    • II. De los consumos privados.
    • III. De la prodigalidad y de la disipación de los capitales.
    • IV. Del lujo.
    • V. De los consumos públicos.

§. II. De los consumos privados.[editar]

491. Se ha sentado como principio que los consumos más favorables a los consumidores son los que satisfacen necesidades reales y los que se efectúan lentamente.
Pero el mejor consejo en esta materia es el que da un juicio sano, que sabe apreciar la naturaleza de las cosas y prescribir los límites en que es preciso usar de la riqueza y aprovecharse de las circunstancias.
Por necesidades reales debemos entender las imprescindibles y las que razonablemente exige la sociedad en que se vive. ¿Quién decide si una necesidad es real o facticia? La cordura misma habla por boca de Franklin en el buen sentido del buen Ricardo, cuando dice: «Los que compran lo superfluo acaban por vender lo necesario.» Pero para distinguir bien lo que es superfluo de lo que es necesario en la posición socia en que uno se halla, no hay más medio que una buena educación, así privada como pública..
Cuando el consumo recae sobre objetos duraderos, se disfruta de él más tiempo, y hay posibilidad de volverle a vender; los excesos son en este caso menos peligrosos, y las reformas más fáciles. Nada es más fugitivo que los servicios de los criados; nada es más difícil de disminuir, porque la vanidad lo impide. Aquí no hablamos más que de los consumos llamados improductivos.
492. El segundo principio que hemos recordado admite excepciones. Una casa de piedra de sillería, una vajilla de plata demasiado maciza son gastos mal entendidos: una casa ligera cuesta la mitad menos; con lo que se deja de gastar en ella se puede alimentar un ramo de industria, cuyos provechos progresan de año en año, prescindiendo de que la casa presta iguales servicios y produce lo mismo que si estuviera más sólidamente construida. Supongamos una casa que pudiera costar 20,000 duros, y que se construye con la mitad menos, y sigamos a los 10,000 duros ahorrados en la progresión de sus rendimientos con los intereses compuestos; al cabo de 15 años formarán un capital de 20,000 duros; al cabo de 30 otro de 40,000, al cabo de 45 años otro de 80,000. Verdad es que en esta época la casa ya no valdrá nada, pero se habrá ahorrado con que fabricarla de nuevo.
La misma observación puede hacerse por lo tocante a la vajilla de plata, en cuanto al valor y al provecho del capital empleado: sabiendo limitar este gasto mueble, se puede renovarle de cuando en cuando y disfrutar de un capital que él hubiera absorbido.
493. Lo que aquí decimos de las habitaciones y de la vajilla de plata se aplica a otros muchos consumos. Ahora bien, no es ésta una cuestión secundaria; ¡cuántas fábricas hay que no pueden seguir adelante por haberse construido un palacio donde hubiera bastado un simple cobertizo! ¡Cuántos comerciantes ven absorbidos sus provechos por el lujo y aparato escénico de sus tiendas! Por medio de un cálculo exacto, de un juicio sano, es preciso saber resistir a la tentación y no consumir más que lo indispensable; de lo contrario se aumentan los gastos de producción, se limitan las salidas y el consumo de los productos, es decir, se enerva y tal vez se asesina a la industria.
494. Preciso sería, para apurar este asunto, recorrer todas las industrias, trabajo que todavía no se ha hecho, y que no podrá irse haciendo sino muy poco a poco y por efecto de la experiencia y de la instrucción de los trabajadores; pero las observaciones habrán de ser muchas antes de que se pueda formular en pocas palabras, principios y leyes. Esta es la razón por que son muy vagas en algunos puntos las obras de Economía política.
495. Sólo una distinción haremos ya, con motivo de los objetos que se gastan pronto y en los que se consumen, además de la materia, el trabajo y los servicios productivos, y es que se deben preferir los mejores productos, salvo a pagarlos más caros. Esta es la mejor economía, pero desgraciadamente está al alcance de muy pocos.
496. La Economía política puede ser de excelente consejo en la familia y armonizarse con los prudentes datos del orden bien entendido de la economía doméstica. Ella manifiesta los inconvenientes de los grandes abastos, sobre todo en los puntos en que, a consecuencia de la división del trabajo, es fácil proporcionarse los objetos necesarios; las provisiones por mayor son una manía de provincia, nacida en una época en que el comercio estaba en la imperfección, y que luego se ha conservado por vanidad, ella aconseja la supresión de numerosos guardaropas, a los cuales es aplicable todo lo que hemos dicho de la plata maciza y de las casas demasiado sólidas; ella aconseja las compras al contado, porque comprar al fiado es tomar prestado al mercader, y tomar prestado para consumir improductivamente no es una acción normal.