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VÍCTIMAS DEL CHIC.

fijó la mirada con espanto, como si viera algo grave en ese semblante, que parecía con el hielo de la muerte. Al ruido abrió los ojos que tenian como ese brillo siniestro de los que van á morir, se estremeció exhaló un ¡ay! tan doloroso, que Yolande no sabía qué pensar, y algo conmovida le dijo:

-¿Qué tiene usted, mamá?

-Pregúntalo á tu conciencia.

-No veo en qué...

La infeliz madre, con escasas fuerzas y avergonzada y afligida de lo que su imaginación le representaba de la conducta de Yolande, encontró alientos en el deber de madre y en el amor á su hija.

-Eres amiga íntima, inseparable, de la baronesa de Pessac y por tanto llevas su misma vida y tienes su misma reputación. Al oír ese nombre sin pudor unido al tuyo, sentí como si me abrieran las carnes y una mano impura desgarrase el corazón. Tú debes saber que sólo un alma condenada puede jactarse de encontrar << su mejor distracción en el pecado mortal >> !!!

Yolande se turbó visiblemente.

-No mientas, es horrible mentir: pero mentir á una madre ha de hacer velarse la faz á los mismos