Página:Amalia - Tomo I (1909).pdf/106

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 102 —

de las malas pasiones de los hombres, haciendo con los unos perseguir y anonadar á los otros, sin hacer otra cosa que azuzar los instintos y lisonjear las ambiciones de cee pueblo ignorante por educación, vengativo por raza, y entusiasta por clima.

Y si hubiera sido posible que en medio de la epopeya dramática de nuestra revolución, las utoplas no hubiesen herido la imaginación de nuestros mayores, el porvenir les habría debido grandes bienes, si en vez de sus sueños constitucionales, y de su quimérica república, hubiesen consultado la índole y la educación de nuestro pueblo para la aceptación de su forma politica de Gobierno; y su ignorancia y sus instintos de raza, para la educación de moral y de hábitos que era necesario comenzará darle. Español puro y neto, sólo la religión y el trono habian echado raíces en su conciencia obscura; y les lanzas tumbando el trono, y la demagogia sellando el deserédito y el desprecio en los pórticos de nuestros templos católicos, dejaron sin freno ese potro salvaje de América, á quien llamaron pueblo libre, porque había roto á patadas, no ei cetro sino la cadena del Rey de España, no la tradición de la metrópoli, sino las imposiciones inmediatas de sus opresores; no por respirar el aire de libertad que dan la civilización y la justicia, sino por respirar el viento libre que da la Naturaleza salvaje.

1 Y así, ese mismo pueblo, ese mismo potro que se revuelca desde la Patagonia á Bolivia, dió de petadas á la civilización y á la justicia, desde que éstas quisieron poner un finite é sus instintos naturales. Rosas lo comprendió, y sin la corona de oro en su cabeza, puso su persona de caudito donde faltaba el Monarca, y un idolo imagina.