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había establecido entre ese general y las autoridades francesas en el Plata, para resistir y hostilizar al enemigo común.

M Las concesiones más importantes habían tenido lugar reciprocamente entre ambos; y hasta ese momento, la buena fe y la lealtad eran los distintivos del Gobierno de la República y de aquellas autoridades en sus operaciones contra Rosas.

La susceptibilidad nacional de los emigrados argentinos habíase alarmado al principio de la cuestión francesa. Crefan de su deber, los más moderados, mantenerse neutrales en una cuestión internacional que se discutis con el Gobierno de su pais, fuese cual fuese el sistema interior de ese gobierno; y los más celosos de su nacionalidad, como el cantor de Ituzaingó, por ejemplo, hablaban sin reserva de la audacia extranjera.

Las repetidas y francas declaraciones del Gobierno y de los agentes de la Francia en el Plata, no tardaron, sin embargo, en traer el convencimiento ú los emigrados, de que no se trataba de ofender la dignidad de la nación argentina, ni de querer atentar á ninguno de sus derechos permanentes; que se trataba solamente de obligar á un déspota á respetar principios universalmeinte reconocidos y empezó á establecerse entonces, primero la amistad, y después una verdadera alianza de hecho, entre las autoridades francesas y los emigrados, contra el enemigo común.

La República Oriental, pues, la emigración argentina y el poder francés en el Plata, obraban de acuerdo en sus operaciones contra Rosas.

Pero en la época en que presentamos los sucesos de esta obra, la política francesa en el Plata empezaba á sufrir ciertas variaciones alarmantes.