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ARTE DE LAS PUTAS

y el bellaco filósofo apretaba.
Toda Atenas atenta le miraba,
y el vil pueblo ignorante y religioso
y el Areópago se escandalizaba,
y el sabio así amolando como estaba
sin sacarlo alzó el rostro y dijo: ¡oh necios!
no os admireis con risas y desprecios,
que cosa natural es la que hago,
y es lícito lo que es naturaleza.
Del hombre solamente la simpleza
dijo que esto era malo, y otro día
dirá si se le antoja, que es pecado
el dormir y el beber; y á fé que habría
quien escrúpulo hará de haber cenado.
No estoy yo a los preceptos obligado
de otro hombre; esto no puede remediarse.
como el que al vino da en aficionarse;
y así ¡oh, belitres! no os admiréis de eso,
pues sólo es malo siendo con exceso:
¡que ha de ser la mujer como la espada
sólo por precisión ejercitada!
Si esto es pecar tan dulce y tan preciso,
vaya el legislador que así lo quiso,
y al hombre enmienda la naturaleza
ó modere á la ley tanta aspereza,
que no hemos de ser menos que los brutos.